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Los pasos eran ignorados, pues nada de eso importaba. Sus piernas lo sabían al moverse automáticamente y fuera de ritmo, unas veces rápido y otras lento, olvidando por completo que iba camino a la compra de víveres que si bien puede que él al final no consumiera.
Había tratado de disfrutar sus últimos momentos con sus amigos, lo había hecho, pero todo se vio arruinado cuando el estúpido sin ojos sacó el tema incluso por la mañana. Ahora no era más que una bola de pensamientos que poco a poco lo iban descolocando de la realidad, pensando en su futuro próximo y desafortunado que no haría más que arruinar por completo lo poco que quedaba de él y su autenticidad, pues se iría por un camino que no eligió y probablemente se quebraría hasta convertirse en algo que no quería. Él ya lo sabía.

—Entonces tire todas tus revistas a la basura.

¿Cuándo llegaría aquel momento? Trataba de estar tranquilo, pero todo era una fachada... Espera, ¿qué?

—¿Qué acabas de decir? — pregunto luego de haber por fin puesto atención a las palabras del de azul.

—Que dejes de estar en tu propia mierda y me digas que es lo que debería llevarle a Edd, me mandó un mensaje diciéndome que le comprará algunos colores que le faltan y que lo sorprendiera con algo porque está muy aburrido.

Tord miro con reproche al de cuencas, para luego pensar en aquello que le pudieran llevar. Por supuesto, él tampoco tenía idea, pero una sorpresa era una sorpresa...

—Algo que no sea inapropiado— hablo mirando de reojo al noruego que, al escucharlo, no hizo más que soltar un suspiro de aburrimiento. —Hijo de puta— rio Tom al ver su expresión, sabiendo que había adivinado correctamente.

—Aburrido de mierda— respondió, cruzándose de brazos— ¿qué tienes pensado tú? ¿Llevarle una botella de alcohol para al final quitársela?

Tom volvió a reír, no podía creer que el comunista aun recordara lo que le había dado en aquel cumpleaños del amante de la coca cola.

—Por supuesto que no, me mataría si lo volviera hacer.

Los dos se quedaron en silencio, parándose en el camino al creer que ellos habían sido los menos indicados para esa tarea... y menos estando juntos.

—Edd es idiota— dijo Tord, rompiendo finalmente el silencio.

El de azul asintió con la cabeza, totalmente de acuerdo con él.

—¿Y si le llevamos lo que sea que estés pensando y una botella de alcohol? — sugirió con una expresión seria que pronto fue reemplazada con una sonrisa socarrona al ver como el comunista hacia la misma mueca— moriremos jóvenes— sentenció finalmente al haber estallado en risa ambos al imaginar la reacción del británico de sudadera verde.

El resto del camino estuvo lleno de risas, burlas y pequeñas riñas que no hacían más que destacar el lado infantil de los dos chicos. Edd, mientras tanto, podía intuir que no debió mandar el último mensaje.
Finalmente habiendo comprado todo lo necesario y solicitado por su amigo británico enfermo, se dirigieron hacia el hospital.

Solo tengo que caminar, ¿pero por qué cada paso me cuesta más?

InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora