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No veo a nadie, porque estoy solo.

No siento a nadie, porque estoy solo.

No confío en nadie, porque siempre he estado solo.

Ahora que puedo ver, ¿por qué no es diferente todo?

Subiendo y bajando, como en una montaña rusa, gritando todo el tiempo.

Todo parece interminable, entonces, ¿por qué no he de hacerlo?

Si yo estoy subiendo y bajando, ¿por qué no hago que todos lo hagan conmigo?

Mandaré este mundo a la misma mierda en la que estoy yo.

—¡Tord, si no bajas te tocará comerte las sobras de nuestros platos!— gritó Edd desde la cocina, cansado ya de estarle gritando al de sudadera roja que estaba en su habitación y en desvelo.

Tord gruño molesto, jalandose los cabellos y levantándose desesperado, pues no le gustaba que le gritaran ni que le ordenaran.

Rápidamente se colocó sobre la cabeza el gorro de su vestimenta roja para ocultar sus cabellos despeinados y sucios por el sudor, al mismo tiempo que cerraba la puerta fuertemente aventandola, además de bajar las escaleras y llegar a la cocina. Se sentó, dejando en claro su mal humor.

Matt se encontraba comiendo mirando fijamente su comida, además de estar jugando con el reflejo de la cuchara que portaba.
Edd veía molesto su desayuno, pues nunca le había gustado el comportamiento de los dos que se odiaban entre sí.

—Solo piensan en ustedes mismos— pensó el de verde, escuchando todos los ruidos que hacia el de rojo, quien se encontraba de mal humor.

Mientras que Tom aún no bajaba después de tantos gritos, sin embargo, Edd creía que no era su responsabilidad cuidar de ellos, por lo que dejó de hacerlo.

Tord comía rápidamente, sin contar con el hecho de ingerir la comida sin masticar, como si estuviera desesperado.

El castaño lo vio sorprendido, pues hace algunos pocos minutos había iniciado en desayunar y ya había acabado.

—¿Tord?— lo miró confundido, elevando una ceja, encontrándose en su asiento.

—¿Qué?— respondió secamente y con apatía el de rojo, levantándose de la silla.

—¿Terminaste tu trabajo "estresante"?— interrogó, tratando de encontrar la causa de su actitud.

—Aún no— contestó, caminando nuevamente hacía su habitación— no se les ocurra molestarme por el resto del día, estoy ocupado— y se fue, dejando a ambos chicos en la mesa.

Edd rodó los ojos suspirando, para después pararse y dejar los platos de la mesa sobre el lavabo junto con los del día pasado.

Matt ya había terminado, justamente después de que Tord se hubiera ido.

—Iré a comprar espejos, Edd— avisó, mientras que hacía diferentes gestos con su cara.

—Pero si acabas de comprarte uno ayer— recordó, pensando en el mal uso que le hacen a su dinero cada que podían.

—Si, pero necesito uno nuevo, el de ayer ya no me gustó mucho— dejo la silla y se dirigió a la sala, escuchando a Edd a espalda suya.

—Te acompañó, compraré nuevos suministros— tomó su cartera para colocarsela en el bolsillo de su pantalón, y luego, junto con Matt, hacía la puerta principal.

Mi mente esta inundada de egoísmo, que no hay espacio para el dolor ajeno.

InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora