Capítulo 4

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Tiempo más tarde

Apoyado contra las rejas del patio de la prisión, observaba el horizonte de la clara y soleada mañana. Alargué los puños de mi suéter oscuro de objetos perdidos al sentir una brisa helada, el invierno estaba regresando. Ya habían pasado dos años y medio. Cerré mis ojos un momento imaginando las cosas que podrían haber sucedido y una voz interrumpió mis pensamientos. El guardia me llamó para que entrara, alguien quería verme.


Jude sostenía un DVD en sus manos y en sus ojos había una mezcla de diferentes emociones. En la etiqueta figuraba la fecha dela noche que Elliot Jones fue encontrado sin vida. Era una cinta delas cámaras de seguridad de los edificios vecinos al de la firma de abogados.

—¿Por qué no me lo dijiste? —la arrojó sobre la mesa. 

Yo lo observé sin decir nada. Jude cerró el puño con fuerza sobre su boca tratando de contener una lágrima. Guardé silencio, era la primera vez que lo veía llorar.

—Tú no lo hiciste —negué sacudiendo suavemente la cabeza—. Te encarcelaron por un crimen que no cometiste. ¿Por qué te dejaste encerrar si tú no fuiste el culpable? —golpeó la mesa con impotencia—. ¡¿Por qué?! —encogí mis hombros y bajé la mirada—.¿Cuánto ha pasado? —continuó él—. ¿Uno? ¿Dos?

—Tres años —lo corregí.

—¿Por qué? —repitió a punto de quebrarse.

—Quizá tenías razón, Jude —confesé acomodando las esposas para enderezarme—. Era hora de que enfrentara las consecuencias de mis decisiones.

—Pero tú no lo mataste.

—No.

—Y durante todo este tiempo yo te taché de asesino y tú nunca me contradijiste, Samm. Ni una sola vez intentaste disuadirme.

—Quería que fueras libre y que ya no pensaras en mí —hice una pausa—. Si te convencía de que este caso tomaría mucho más esfuerzo y trabajo de lo que pensabas, lo dejarías de lado por unos meses. No quería seguir siendo una carga para ti.

—No serías capaz de persuadirme...

—Sin embargo, lo conseguí, ¿o no? —levanté una ceja.

—Eres un maldito infeliz —dijo tratando de no sonreír y yo lo miré con aire socarrón.

Jude me abrazó y antes de irse prometió que enmendaría todo. Volvimos a tribunales y mi carátula fue reducida de homicidio a delito de lesiones contra otras personas y según la ley, mi condena de seis meses estaba más que cumplida. Una semana después, un oficial vino a buscarme a mi celda para otorgarme finalmente mi preciosa libertad. Ahora podía volver a dormir en la comodidad de mi propia cama en la tranquilidad de mi departamento.

Si no estuvieras túWhere stories live. Discover now