Capítulo 10

5 2 0
                                    

Olive

Una hora después de que Samm se fuera, Rosie dibujaba en la mesa de la sala mientras yo aún seguía estupefacta. No podía creer que él tuviera algo que ver con el canalla de Jude.

—¿Amor? —mamá tocó mi hombro—. ¿Te encuentras bien?

Yo asentí en silencio y la tomé de la mano para acompañarla de regreso al sofá. Me senté a su lado con la mirada perdida en la taza vacía que Samm había dejado encima de nuestra mesita de café. Ella aclaró su garganta y se meció inquieta, dudando sobre si hablar o no.

—Cariño, ¿realmente lo amas lo suficiente como para poder sobrellevar su pasado tan complejo y amenazante? —preguntó finalmente con aflicción.

—No me agrada, no es el indicado para ti —sentenció mi padre sirviéndose otra copa de coñac—. No tiene futuro, sin mencionar que estuvo en la cárcel en diferentes ocasiones. No sé en qué estabas pensando.

—Quizá me sentía agradecida por el hecho de que arriesgara su vida para salvarme de ese asaltante —expliqué contemplando la botella de licor semi vacía que Samm había traído—. La noche que lo conocí me pareció muy simpático además de terriblemente atractivo e interesante. Sin embargo, cuando llevábamos poco más de cuatro meses saliendo sentí que no era lo que yo verdaderamente buscaba.

—Pero tú eras consciente de que estuvo en prisión repetidas veces —papá dio un trago a su vaso y continuó: —Él te lo dijo, ¿no es cierto?

—Sí, yo ya lo sabía y por esa razón no quise presentárselos antes. De hecho, ni siquiera estaba convencida de que duráramos tanto juntos.

—¿Y por qué seguiste saliendo con él?

—Porque me ama y a Rosie también y disfruta mucho cuidándola. Jamás había tenido tanto tiempo libre. Puedo salir con mis amigas o ir al cine sin necesidad de preocuparme por ella —confesé algo avergonzada.

—Olive, sabes que eso no es motivo suficiente para una relación duradera —mamá suspiró negando con la cabeza.

—No me digas que serías capaz de soportarlo el resto de tu vida solamente por eso, ¿no? —John arqueó una ceja.

—Claro que no —repuse.

—¿Y entonces?

—No te preocupes, papá, pronto romperé con él.

Si no estuvieras túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora