Capítulo 7

3 3 0
                                    

Finalmente, una noche me invitó para que conociera a Rosie. Sus abuelos no estarían y seríamos solamente nosotros tres, era la ocasión perfecta. Había pasado un mes y medio desde nuestra primera cita y yo estaba algo nervioso, quería que mi relación con Olive prosperara y para eso necesitaba llevarme bien con su hija, así que como su madre me dijo que le gustaba colorear, le compré una enorme caja demarcadores. Además, confieso que tenía curiosidad. Los niños por alguna razón no se acercaban mucho a mí, los padres solían susurrarles cosas y ellos simplemente se alejaban a jugar a otro lado. Me pregunté qué se sentiría recibir el amor de una criatura.


Olive abrió la puerta con aspecto agotado cargando con un canasto lleno de piezas de Lego. Era la primera vez que veía su casa por dentro. Cálida, cómoda y con un montón de juguetes y libros para pintar esparcidos por todos lados.

—Lamento el desorden —se disculpó comenzando a recoger algunas cosas.

—Está bien, déjalo así —la calmé saludándola con un beso.

Una sombra diminuta cruzó el pasillo velozmente y se escondió del otro lado de la pared. Haciéndome el distraído, continué hablando con Olive y una silueta de menos de un metro de altura nos espió desde el marco de la abertura que daba a la sala. Su madre hizo un gesto de cansancio señalándola y sugirió que nos sentáramos en el sofá. Al cruzar la puerta, la figura ya no estaba.

—¡Rosie! —la llamó—. ¿Podrías venir, hija? ¡Aquí hay alguien que quiere conocerte! —nadie respondió—. ¡Y tiene algo para ti!

Unos pasitos sonaron detrás de nosotros y una pequeña niña de alborotado cabello caramelo apareció frente a nosotros con el semblante malhumorado. Extrañamente me recordó un poco a Jude. El pelo castaño claro apenas ondulado y la piel clara, pero sobre todo los ojos grises, el mismo tono que los de él. Sin embargo, decidí no hacer comentarios al respecto convenciéndome de que solo era una impresión mía.

—Rosie, él es Samm —nos presentó—. Es un amigo.

—¡Hola! —dije tratando de parecer lo más amistoso posible.

—No.

—Pero...

—No —me interrumpió.

—¡Rosie! —la reprendió su madre y se volvió a mí—. Lo siento mucho, ella a veces se pone así. Con los extraños no es muy amigable.

—No hay problema —contesté y miré de reojo a la niña en tono juguetón—. Yo también era un niño difícil de tratar, ¿sabes? —Olive rio y Rosie siguió observándome completamente seria—. ¿Quieres ver lo que tengo para ti? —le enseñé el paquete envuelto en papel celofán amarillo, me escudriñó sin decir una palabra—. Solo te pediré algo a cambio.

—¿Qué? —quiso saber evidentemente hastiada por mi petición.

—¿Una sonrisa para Samm? —me devolvió una mueca mostrándome todos los dientes y yo le di el preciado regalo

.—¿Qué se dice, Rosie? —le recordó Olive.

—Gracias... —musitó rompiendo el papel y descubriendo la caja de marcadores. No pude evitar notar que su carita se iluminó. «¿Había acertado acaso con mi ofrenda de paz?».

Ella los dejó sobre la mesita de café y salió corriendo para traer un libro verde con dibujos de paisajes para niños. Olive se ofreció a preparar una taza de té y se fue a la cocina dejándome solo con Rosie.

—Tu madre me dijo que también te gusta dibujar —comenté sentándome en el borde del sofá para estar más cerca y atisbar lo que ahora pintaba con esmero. Por supuesto, no me respondió—. El mar—señalé sin darme por vencido.

—Mar —repitió ella buscando el color azul.

—Sí, es inmenso y muy salado. ¿Conoces la playa?

—No... —murmuró concentrada para no salirse de los bordes.

—Yo tampoco, pero algún día te llevaré, ¿eso te gustaría? —inquirí intentando captar su interés.

—No —me eché a reír.

—¿Es la única palabra que conoces?

—No.

—¿Y entonces por qué no quieres venir conmigo?

—Porque no.

—Bueno —respondí fingiendo desdén—. Si alguna vez cambias de parecer, estás invitada.

Olive regresó con una bandeja y unas galletas con chispas de chocolate.

—¿De qué hablaban? —preguntó entregándome una de las tazas.

—Del mar —le dije restando importancia al tema. Olive rio y nos distrajimos charlando mientras Rosie pintaba página tras página con sus marcadores nuevos.

Si no estuvieras túWhere stories live. Discover now