28

1.2K 216 51
                                    

s e p t e m b e r

Era lunes y estaba en York de nuevo. Me sentía extraña en el buen sentido, renovada. Haber visto bien a mi hermano, caminando y con su latido estable me había permitido ir a la universidad en el primer tren que salía por la mañana junto a Tanner y Tiana.

Hice la exposición a las diez en punto, diez minutos después de que llegara a York. No estudiaba nada desde hacía cuatro días, pero me sorprendí a mí misma hablando delante del profesorado con seguridad y sabiendo de lo que hablaba. Los nervios no me permitieron saber cómo lo había hecho al acabar, pues se me fue de la cabeza todo, pero para mí fue suficiente ver al señor Jacks levantar sus pulgares sutilmente y mirarme con una sonrisa.

Al salir de mi salón, fui hacia el del edificio central, en el que estaban mis dos amigos. Ellos estaban exponiendo a la misma hora en diferentes salas, por lo que fui a esperarlos. Antes de entrar en el edificio, miré la hora. Bajo ella había una notificación de llamada perdida. ¿Qué digo llamada perdida? Llamadas, en plural. Doce llamadas de Conway.

Me alteré.

Casi me hice pis encima.

Lo llamé.

―¿Qué pasó? ¿Está bien Rain? ¿Tú estás bien? ―pregunté en cuanto descolgó.

―Washington está muerto.

―¡¿Qué?! ―Me llevé la mano al pecho con los ojos muy abiertos y me alejé del grupo de estudiantes que me miraban con reproche, pues estaba repasando algo en unos folios.

―Esta mañana el juez ha dado orden de detención, ayer aprobaron tu caso. Han ido a su casa y lo han encontrado en el garaje, con la puerta semiabierta y en el suelo. Un infarto. Hace tres días, aproximadamente.

―¡Oh, joder! Pero si era joven... ―No sabía ni qué decir.

―Según mi tío, el médico ha dicho que tiene un largo historial de problemas cardíacos y que los malos hábitos no ayudaron. Es feo por mi parte decirlo, pero... nos ha facilitado las cosas ―murmuró.

―Entonces... se acabó.

―Se acabó, exacto.

―Joder ―repetí por lo bajo, sin creerme lo que me estaba diciendo―. Quiero llorar, pero hay personas delante de mí y no quiero que me tomen por loca. Y estoy dudando de si me hicieron bien esas pruebas en el corazón, porque creo que me va a dar un infarto. Dios mío, Conway.

Escuché su risa a través del teléfono y me llevé la mano al pecho, tratando de controlar mis latidos.

―Sé que cuando llegues a tu habitación comenzarás a darle vueltas a la cabeza, pero no te tortures mucho ―me pidió cuando comencé a ir de un lado a otro, comenzando a, evidentemente, darle vueltas a la cabeza―. Escucha a tu corazón y si te dice que debes quedarte en York, adelante. Pero no te agobies y tómate tu tiempo.

―Eres un amor. ¿Cómo no voy a querer? Me cago en... ¿Has notado que últimamente digo muchas groserías?

Conway lanzó una carcajada que fue otro chute de vida para mi corazón. Iba a hablar, pero vi a mis amigos salir del edificio, hablando animadamente.

―Tengo que dejarte, Conway. Esta tarde hablamos, ¿vale?

―Vale, cielo. Y relájate un poco. Nada de cafés.

―Sí, no te preocupes. Adiós, te quiero.

―Yo también te quiero.

Colgué y me acerqué corriendo a Tann y Tiana. No mentiré si os digo que me lancé encima de ellos. Un poco más de Tanner, pues podía soportar mi peso sin problema.

―Creo que te ha ido bien la exposición ―rio Tiana.

―No lo sé, ¿qué más da?

―¿Te has metido algo? ―inquirió Tanner.

―¿Soy una mala persona si estoy contenta si se ha muerto alguien? ―pregunté mirándolos con una sonrisa incontrolable.

―¡Depende! ¿Quién la ha palmado? ―preguntó sorprendido Tanner.

―¡Washington!

―Oh, hostia ―susurraron ambos al unísono.

―Sí, oh, hostia ―murmuré tapándome la boca, tratando de ocultar la sonrisa involuntaria que estaba esbozando.

―Que se joda ―dijo sin reparo alguno Tiana―. Pero que le jodan bien a ese cabrón.

***

Tal y como predijo mi chico, al quedarme sola en la residencia comencé a darle vueltas a la cabeza. Allí, sentada en cama y mirando el que había sido mi hogar durante cuatro años, comencé a pensar en mi futuro de una forma muy distinta a lo que había hecho los últimos meses. La idea de ir a Londres ya no me espantaba, más bien me tentaba, pero no salía de mis planes quedarme en York, pues era una ciudad que me gustaba mucho y tendría oportunidades de trabajo.

Comencé a barajar distintas ideas y posibilidades. Tampoco habían muchas: o quedarme en York y comenzar a buscar trabajo y casa, o hacer lo mismo en Londres. No era un misterio que no podía marcharme a Londres sin tener un trabajo y un lugar en el que vivir, pues los ahorros que tenían me daban para vivir unos tres meses en York, pero no en la capital, que era más cara en todos los aspectos. Por descontado, no iba a meterme en casa de nadie, ya no solo porque sería una molestia, sino también porque Tiana y yo éramos un pack. Me había dejado claro que ella iría donde yo fuera y... Sí, lloré un poco durante la comida cuando me dijo eso. Los cambios y el estrés me tenían con los sentimientos a flor de piel.

Pasé las siguientes dos horas hablando con Conway, que me ayudó a evadirme un poco de todo y no pensar tanto.

Cuando acabamos de hablar, volví a verme en la misma situación del principio. Como seguía con el portátil en las piernas, mis movimientos fueron automáticos. Tecleé el nombre de una de las pocas páginas webs para buscar vivienda y me vi buscando Londres como primera opción, preferiblemente por la zona de Holborn que CASUALMENTE era donde vivía Conway y estaba cerca de la universidad a la que mi hermano quería ir.

Vi muchos apartamentos y guardé varios en la página de favoritos. Ni a mi ni a Tiana nos gustaban los lugares con aspecto demasiado antiguo, de lo cual había un montón por Londres, así que solo guardé apartamentos que nos fueran a gustar o, por lo contrario, algunos vacíos. Me sorprendí a mí misma emocionada por tener un apartamento en Londres, haciendo un presupuesto con muebles de Ikea como una loca, incluso imaginándome cómo sería mi habitación.

Estaba haciendo lo que Conway me había dicho, escuchar a mi corazón.

Y seguí haciéndolo, incluso en el momento en que agarré la tarjeta negra con letras plateadas que el señor Jacks me había dado semanas atrás y crucé los dedos ante de marcar el número de teléfono. 


Sé que este capítulo ha sido un poquito cortito, lo siento. En cierta forma os estoy preparando para el final, porque... ¡EL VIERNES QUE VIENE PONEMOS FIN A "55DDS"!💔

55 días de septiembre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora