3. La llorona

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Capítulo 3

La llorona

⭐⭐⭐

—¡Ah! —grité entrando en pánico.

—Auch —escuché quejarse el chico rubio que estaba debajo de mi cuerpo.

—¡Ah! —Volví a gritar.

—¡Quieres dejar de gritar! —gritó de vuelta—. Y quitarte de encima, me aplastas —exigió y yo me aparté de su cuerpo lo más rápido que pude. Estaba conmocionada porque enserio, no me esperaba haber despertado esa mañana en la casa de un desconocido.

Me puse de pie y coloqué mis manos sobre mi boca, no podía creer que enserio había dormido con ese fulano que ni conocía. El chico se levantó también y pasó sus manos por sus ojos soñoliento, su cabello dorado apuntaba en todas las direcciones y su rostro estaba ligeramente hinchado.

—¿Acaso tu y yo...? —emití intercalando mi mirada de la cama al chico, una y otra vez.

—Sea lo que sea que esté pasando por esa retorcida cabeza tuya —Se apresuró él—, déjame decirte que no pasó nada. Yo dormí aquí en el piso y tú en mi cama, lejos de mí por si te ponías rara y querías hacerme algo —aclaró y yo quité mis manos de mi boca y las coloqué sobre mi pecho soltando un suspiro de tranquilidad. Te juro que hasta sentí el aire de la rosa de Guadalupe.

Me enfoqué en el chico frente a mí y me causó mucha curiosidad como estaba vestido; llevaba puesto un pijama de esos que son enterizos con forma de animales, la que él tenía era un tiburón color azul muy lindo. Lo miré de arriba abajo con una sonrisa en mis labios, es que se veía muy adorable con eso, solo me faltó sacar mi celular y pedirle que bailara mientras lo grababa.

Él sintió mi mirada sobre si y actuó incomodo comenzando a cubrir partes de su cuerpo con sus manos, mientras me miraba como si yo fuera una depravada.

—¿Qué miras? —preguntó con recelo y yo entorné los ojos.

—Solo estaba mirando lo ridículo que te ves con eso puesto —mentí haciendo una mueca de desagrado—. ¿Por qué usas eso?

—No suelo usar esto, solo que anoche hacia mucho frio y esto me... ¡Ah! eso no es asunto tuyo —replicó cruzándose de brazos—. Crees que yo me veo ridículo, pues deberías verte en un espejo —inquirió y con su cabeza me indicó que mirara hacia donde se encontraba un espejo de cuerpo entero.

Fui hasta el espejo y casi me espanté con mi propio reflejo. Estaba horrible, el apodo de bruja me quedaba por debajo: tenía el cabello tan desordenado que parecía un nido de pájaros con ramitas y todo, el maquillaje de ojos todo corrido y el labial manchaba mis mejillas al estilo del Joker y lo peor; toda mi cara estaba llena de barro como sí me hubiese arrastrado en un fango.

—¡Virgen santa! —exclamé con horror.

El rubio se acercó un poco aun con sus brazos cruzados sobre su pecho, con una cara de suficiencia que mataba lo adorable que se veía.

—Te pareces a la llorona —bufó y quise sacarle el otro ojo, pero me controlé porque él tenía razón, me parecía a la llorona. Respiré profundo y analicé lo que acaba de pensar, me di cuenta de que él ya no llevaba aquel parche y aparentemente su ojo estaba muy bien.

Me giré para encararlo.

—¿Qué estoy haciendo aquí? —pregunté con naturalidad y él se encogió de hombros. Soltó sus brazos y los llevó hasta la parte de atrás de su cabeza para después ponerse la capucha que era la cabeza del tiburón, y la verdad tengo que aceptar que en ese instante se veía tan adorable que me lo imaginé actuando como un tiburón y toda la cosa.

La Chica Que Vino De Las Estrellas © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora