28. Mi peor deseo

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Mi peor deseo

⭐⭐⭐

El camino se me hizo eterno, debido a la fuerte lluvia el trafico había empeorado. La carretera ni siquiera era visible así que no podía pedirle al conductor que acelerara o terminaríamos teniendo un accidente. Después de lo que había pasado con Ben, lo último que quería era tener un accidente.

Aún estaba demasiado nerviosa así que mis piernas y manos seguían temblando, sin embargo, tenía que aparentar fortaleza ya que Ben seguía muy mal. Su llanto no cesaba.

Su dolor seguía presente a pesar de haberse desahogado conmigo. Es por eso que cuando él sujetó mi mano no hice nada para apartarlo. Dejé que sintiera que yo estaba a su lado. Que, aunque no estaba de acuerdo con lo que planeaba hacer, si lo entendía.

Cuando llegamos su casa, me molestó saber que no había nadie, ningún adulto "responsable" que pudiera cuidar de Ben.

—¿Y tu madre?

—Debe estar en el salón de belleza —dijo sin ánimos comenzado a subir hacía su habitación. Lo seguí y ya en su cuarto él se acercó hasta la mesa donde tenía sus videojuegos y tomó un papel.

Por unos segundos observó la nota que escribió y luego la arrojó al bote de basura. Sin que él se diera cuenta ya que estaba de espadas y muy distraído, yo decidí tomar aquel papel y lo guardé en mis bolsillos rápidamente.

Mientras él se metía a la cama, yo me aseguraba que en su habitación no hubiera nada con lo que pudiera hacerse daño, incluso me metí al baño para revisar bien.

Recogí un cúter y unas tijeras. Además de que miré que no tuviera guardadas algunas pastillas o algo así. Gracias al cielo no encontré nada más y pude tranquilizarme. Cuando salí del baño cargando los objetos sentí la mirada de Ben sobre mí.

—Te prometí que no intentaría nada más —aseguró con un tono de voz pasivo.

—Lo sé, y confió en ti... pero más vale prevenir —Me encogí de hombros y vi como él se cubrió el cuerpo con las sabanas, con la intensión de quedarse dormido—. ¿Tienes sueño?

—Sí, no estuve durmiendo bien y ahora no puedo mantener los ojos abiertos —Se frotó los ojos cansado—. Deberías ir a casa.

—Eso haré, descansa. Hablaremos después.

Me dirigí hasta la puerta con las cosas que recogí, y cuando ya estaba a punto de salir. Lo escuché decir algo:

—Espero que Ian y tu vuelvan a estar juntos, él se merece a alguien tan buena como tú.

—Yo también lo espero —balbuceé para mí misma.

Cerré la puerta. Bajé a la sala y de casualidad la madre de Ben llegó. Ésta estaba un poco empapada por la lluvia y venía renegando de que su peinado se había arruinado.

La mujer se sorprendió al verme. Sin embargo, ya me conocía así que solo me dio la bienvenida.

—¿Dónde puedo dejar esto? —Le mostré las tijeras y el cúter. Ella extrañada me señaló la cocina.

Caminé hasta la cocina y abrí algunas de las gavetas como si estuviera en mi casa. Escondí las tijeras adentro. Note que en un mesón había un juego de cuchillos de seis piezas en total. Lo tomé y escondí en otro gabinete en la parte de atrás, y por encima le puse unos platos.

Cuando me giré la mujer estaba detrás de mí, mirándome como si quisiera decirme algo. Seguro era para regañarme por lo que acababa de hacer. Sin embargo, yo también tenía algo que reprocharle.

La Chica Que Vino De Las Estrellas © ✓Where stories live. Discover now