Capítulo 41

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Liliana

Cuatro de la tarde.

Me encontraba posando junto a dos modelos frente a la cámara, la foto sería la portada de una de las revistas más famosas; ¡Eypeople! Y eso me daba mucho gusto, no solo porque ya mis diseños eran populares a nivel nacional, si no porque esa era la revista favorita de mi madre y sabía que me vería en ella.

Que vería a su hija haciendo todo eso de lo que nunca la creyó capaz y sin depender de un hombre.

Sí, había un contrato que me facilitó el ingreso inmediato para no tener que esperar todo un año para asumir el cargo, pero eso es lo de menos, porque el lugar lo gané yo, limpia y justamente. Alonso lo que hizo fue adelantar el proceso, nada más.

Eso no me quitaba el orgullo que sentía por mí.

Terminó la sesión de fotos y caminé al taller para echar un último vistazo antes de irme

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Terminó la sesión de fotos y caminé al taller para echar un último vistazo antes de irme. Me aseguré de que todo estuviera en orden y me despedí, ya estaba lista para irme.

Llegué a la planta baja donde encontré con un Alonso muy alterado que le gritaba a todos. Su buen humor había desaparecido, el hechizo de hada madrina se terminó al llegar las doce y volvió a ser el mismo amargado, odioso y arrogante de siempre.

No me sorprendí. ¿Qué más podía esperar de él? ¿Qué cambiara de la noche a la mañana? Obviamente no.

—Bâtards incompétents! Je devrais tous les virer. —Gritó a todos los que estan frente a él, los pobres lucían aterrados por el trato del despiadado ceo.

Los empleados se fueron casi corriendo a corregir lo que sea que hayan hecho mal. Segundos después, cuando él me miró su expresión de ira se desarmó y se convirtió en una de alivio.

Él caminó hacía mí y me abrazó delante de todos, la recepcionista, el vigilante, y otras personas que no tengo idea de quienes son o que función cumplen aquí. Todos sin excepción alguna se quedaron perplejos viendo como el hombre que acababa de explotar en ira se calmó con solo verme.

Y por supuesto yo estaba mucho más atónita que ellos. Procesaba todo con lentitud, mi mente trabajaba en busca de respuestas que nunca llegaban y que seguramente jamás lo harían porque él es así, indescifrable, misterioso e impredecible.

Pero sobre todo, extraño.

Cuando se separó de mí nos miramos por un breve momento, supe por su expresión que tenía la intención de besarme, lo cual activó mis alarmas, ya nos habían visto muy juntos ayer en el baile, no podía permitir que me besara y todos confirmaran que había algo entre él y yo. Debía hacer algo rápido para evitarlo.

Mientras pensaba alguien se aclaró la garganta a un lado de nosotros para hacer notar su presencia. Miramos al mismo tiempo.

—Buentas tardes. —Pronunció Nate entre dientes. —Vine por la reunión que se pospuso el otro día. —Dijo sin mirarme, lo cual me desconcertó, yo debería ser la que estuviera molesta con él por no decirme lo que se supone debía saber.

Eres mía [En Emisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora