Capítulo 52

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Liliana

Con el corazón arrugado cerré el último diario de Louisa que leí hasta la última página, y seguí escuchando cada palabra que Alonso pronunciaba con la mirada baja.

Procesaba lentamente todo lo que ahora sabía de su vida, todo lo que vivió, todo por lo que tuvo que pasar y la carga tan pesada del dolor que cada uno de esos momentos le había dejado.

Ahora podía entender el porqué de muchas cosas, pero aclarar tantas dudas despertó otras más.

—¿Qué pasó después? —Me atreví a preguntarle.

El cerró sus ojos y respiró profundamente.

—Alexander me puso en contra de Alfred y Albert. Yo los trataba con indiferencia, me sentía superior a ellos y los excluía de todo, me cerré a no sentir nada por ellos, nada más que desprecio, me dejé llenar la cabeza de todas sus mentiras y manipulaciones, estaba loco y me estaba volviendo loco a mi también.

—Pero... si él comprobó que si era su padre, ¿por qué los trataba tan mal?

—Él creía que por culpa del embarazo la condición de mi madre había empeorado, pero fué más bien un milagro que pudiera dar a luz en ese estado. El médico se lo explicó, pero no quiso entenderlo.

—¿Y como es que nunca se dieron cuenta de que los síntomas?

—Yo estaba muy pequeño, habían tantas cosas que no entendía. No tenía idea que de él la golpeaba y supongo que pensarían que su debilidad era por eso, no lo sé. —Pasó sus manos por su cara con frustración.

—Entiendo. —Musité colocando mi mano sobre la suya para brindarle algo de consuelo y apoyo emocional.

—Fuí muy estúpido, hasta yo llegué a creer que ellos tenían la culpa. Cada vez que los veía a la cara recordaba que mi madre se había ido y todavía sigo sin poder superar ese rencor. Llevo tantos años odiandolos que no he sabido como tratarlos desde que supe la verdad de como había sido todo.

—¿Cómo lo supiste? ¿Qué paso... o quien te lo dijo?

—Fué Charlotte. Mi madre le entregó sus diarios tiempo antes de morir para que un día me los diera a mí. Pero por temor a mi padre tardó años en poder hacerlo.

—Lo siento... quiero seguir preguntando pero no sé si está bien.

—Adelante, pregunta lo que quieras, ésta es la primera vez que me atrevo a hablar de esto y es mejor que lo saque todo.

—¿Qué cosas pasaron antes y después de que lo supieras todo?

—Antes de saberlo; teníamos un estilo de vida muy inestable viajando de París a Estados Unidos, un año aquí y uno allá, después otro aquí y otro allá, era una puta mierda. Él no me quería lejos porque decía yo le recordaba a mi madre, o a la suya, ya ni siquiera lo sé, siempre ha sido un maldito enfermo, tanto que se enamoró de su propia madre y se casó con la mía solo porque se parecían físicamente según él, y sí, eso es asqueroso y repulsivo.

—Sí, leí un par de cosas que hacían referencia a eso en el Diario, aunque tu madre nunca lo menciona directamente, ella lo describe de varias formas, incluso parece que no hablara siempre de la misma persona.

—Porque es como si no lo fuera, El tiene constantes cambios de humor, alucinaciones, delirios y en sus pocos momentos de lucidez se comporta peor, ya no mostraba arrepentimiento de nada, como si la muerte de mi madre hubiera matado lo que le quedaba de cordura.

—Entiendo, ya no interrumpiré con más preguntas, puedes seguir contandome.

—Bien. Durante ese tiempo donde lo seguía a todas partes me rodee de toda clase de personas con mucho poder, desde narcotraficantes, hasta políticos corruptos, la mafia y mucho más. Imagina todos los negocios ilegales que existen, Alexander, estaba involucrado en todos ellos. Así fue como aumentó su fortuna. Yo aprendí de él y me adentré en ese camino, fui capaz de matar a los que creía mis enemigos y de torturar a quienes realmente no tenían culpa de nada. Me convertí en una versión de mí de la que no estoy nada orgulloso.

Eres mía [En Emisión]Where stories live. Discover now