XIV. Noche lunar

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Era tan solo la noche del placer, dos cuerpos fundidos en la lujuria mientras la tunue luz hacia presencia en la diminuta habilitación. Desde los cielos los ángeles demoníacos escuchaban gemidos plácidos como música melodiosa. Park Jimin y Charlotte solo veían la cercanía de sus jadeos y oscuridad dimensional, el deseo era solo el sentimiento ingrato, esperando perder los estímulos para atacar como una bestia sedienta de lo que desease y llegar al orgarmo ilusionado.

Vie.20 de septiembre.

𝑪𝒉𝒂𝒓𝒍𝒐𝒕𝒕𝒆

Mis piernas solo suplicaban que el, un hombre coreano, de ojos hermosos, me hiciera completamente suya olvidando lo que somos, sin preguntarnos si hacemos bien o mal. Sólo podía pensar en lo mágico que podía ser aquel momento.

Pero los demonios lujuriosos volvieron está escena un momento de placer salvaje que ambos disfrutábamos, por qué era como sentir arder el infierno mientras los demonios dominaban nuestra alma, como si el sexo nos conllevará a el éxtasis.

Suspirabamos, hasta el punto de mezclar nuestras respiraciones y soltar jadeos consecutivos.

— Que hermosa eres, quiero que tus labios supliquen por lo que desean.

Y así fue, cada palabra era para el, cada latido. Tampoco sabía que era esto, pero el me hacía sentir deseada, que podía acariciar mis sensaciones y sentir esa seguridad.

Trazaba mi piel con sus dedos, sentía el cosquilleo como si yo fuese un lienzo y el un artista creando su obra de arte.

Beso mis labios, me susurraba cosas inexplicables.

—Quiero verte, tus ojos viendo los míos, y nuestras pupilas vean por qué se dilatan.

Estaba loca, sus jadeos inundaban cada parte de mi ser, los latidos se mezclaban y se sincronizaban a las vez. ¿Placer? Era lo que ambos sentíamos con tan solo mirarnos.

Sus dedos se introdujeron en mi, mientras su lengua hacia círculos sobre mi clítoris y la masajeaba como el quisiese, sólo podia pensar en las mariposas que mi estómago sentía, tal vez era el clímax tratando de avisar que ya venía. Sin más jimin se introdujo en mi como si eso dependiese de ello. Su miembro acariciaba mis paredes, mientras que los jugos de mi vagina lo humedecían mientras el me embestia.

Suspiré, nuestras mentes eran trazos blancos sin ninguna imagen que cruzase aquellas tinieblas que deseaban seguir el ritmo del placer que los cuerpos adquirían.

—espera un segundo — vi que se posiciono de pie y trajo consigo unas cadenas que con ellas mismas me ataria.



Mr. Arrogante [Park Jimin] Where stories live. Discover now