natteen

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Las manos de Edward acariciaban su cuerpo. 

Sus manos, grandes y fuertes, pasaban por su piel con suavidad y cariño. Una de sus manos frotaba el vientre de Louis, la otra calentaba su pequeña mano. A Edward le gustaba admirar la mano de su omega, era pequeña y adorable, le gustaba calentarla cuando los dedos de Louis se congelaban. 

El alfa besó la frente de su omega.

Louis, recostado en el pecho desnudo de su alfa, cerró los ojos y dejó que los labios de Edward le hicieran cosquillas. El pulgar de Edward frotaba sus nudillos y la otra mano acariciaba el vientre abultado de Louis, quien se encontraba cansado.

El omega se removió sin poder evitar sentirse pegajoso y sudado. Su alfa lo había anudado y aquella descarga fue tan necesaria que Louis se encontraba cansado pero tranquilo entre los tonificados brazos de Edward. 

El semen de su alfa aún salía por su agujero, poco a poco. Sintió que la mano de Edward dejaba su vientre para acariciar su cintura, dejar sus manos ahí, y seguir frotando en círculos la suave piel. Después la mano de Edward paró, y su fuerte antebrazo rodeó la pequeña cintura de Louis.

"Me gustaría que Rob fuera el padrino de alguno de nuestros cachorros." 

Edward lo miró, y Louis también lo miró a él. El alfa parecía relajado, probablemente el orgasmo había nublado cualquiera de sus preocupaciones. Edward solía ser una persona que debía manejar mucho estrés, y que todos esperaran que él resolviera sus problemas sólo empeoraba las cosas.

Louis lo admiraba, porque Edward era una persona bastante madura, y con los años había sabido evolucionar para que la prosperidad llegase a su manada. Edward le había confesado en una ocasión, una noche en la cocina, que no deseaba eso para ninguno de sus hijos. Había probado qué era subir al mando a una edad muy joven, se encargaría de que el primero de sus hijos liderase a la manada con, al menos, veintiocho años.

"Vale." Asintió su alfa con facilidad. Louis no sabía si su alfa y Rob habían terminado en buenos términos, le sorprendió su respuesta.

Sorprendido, Louis parpadeó y se quedó unos segundos en silencio.

"Y, y quiero llamar a uno de mis hijos como él."

Su alfa le sonrió con cariño en el verde de sus ojos. 

"Vale." Con la misma facilidad respondió. 

"Bien."

"Bien." La sonrisa de Edward creció, y besó los labios de su omega. 

Louis sonrió cuando los labios de Edward acariciaron los suyos. Cerró sus ojos y experimentó la dulce sensación que le recorría el cuerpo cada vez que Edward lo besaba. Su cuerpo se volvía gelatina, y parecía quedarse dormido de la nariz hacia arriba.

Podía sentir todo; podía sentir cuando Edward mordía sus labios, lo sentía cuando los labios de su alfa iban hacia su pecho y su recta nariz acariciaba sus clavículas.

Pero la sensación de tranquilidad, la sensación de estar borracho sin estarlo y de que sus preocupaciones abandonasen su cabeza y le dejaran el cerebro hecho papilla solo las experimentaba con Edward, Marcel y Harry. 

A pesar de que habían hecho el amor antes y de que Edward lo había anudado no una, si no dos veces, Louis no se había quitado aquel jersey blanco que llevaba. Su legítimo dueño era Edward, pero Louis lo había reclamado de su propiedad y Edward no podía decirle que no a su omega.

Sintió cómo Edward lo volvió a poner de espaldas al colchón, y Louis abrió las piernas para que Edward se metiera entre ellas. El alfa lo besó, y Louis le rodeó el cuello con sus brazos. El omega jadeó y abrió su boca en medio del beso para que Edward metiera su lengua, como solía hacerlo. Louis ronroneó y gimió cuando Edward lo hizo. Su agujero, aunque goteaba el semen de su alfa, volvió a escurrir lubricante y la habitación se llenó del olor de las frutas de verano.

blåøyde omega ;; trillizos!stylesWhere stories live. Discover now