Capítulo 16: "La investigación"

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Llegué a casa cansada, apenas salí de la biblioteca decidí hablar con la abuela a ver si ella me daba alguna información importante

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Llegué a casa cansada, apenas salí de la biblioteca decidí hablar con la abuela a ver si ella me daba alguna información importante.

No quería pensar en las advertencias de Keegan y nada de lo que él me hubiese dicho, no estaba de ánimos para batallar con el problema que sabía que era él. Tenía a Aaron, solo debía preocuparme por eso.

Entré y sentí el calor de la casa, mis abuelos se encontraban en la sala de estar, viendo televisión. Apenas me vieron me saludaron tranquilos y me invitaron a ver el programa de problemas familiares con ellos.

Me saqué la chaqueta y la colgué en el perchero de la entrada.

—Abuela, ¿tienes fotos de papá cuando era joven? — Pregunté sentándome en la alfombra, la abuela sonrió.

—Claro que sí, ¿las quieres ver? —asentí.

La abuela se puso de pie animada y tardó unos minutos en llegar de nuevo donde nosotros con una gran caja de madera. Se sentó a mi lado y dejó la caja en el piso, en medio de las dos. El abuelo apagó la televisión y puso atención a lo que hacíamos.

La abrió con cuidado y empezó a sacar una por una con una gran sonrisa y una mirada nostálgica.

A pesar de lo que estaba buscando, se me hizo reconfortante poder explorar una parte desconocida de papá, sus fotos de bebé y de niño no eran algo que yo hubiese visto muchas veces en mi vida, la abuela tenía una colección completa de papá en distintas facetas.

Pude ver una foto en sepia de un bebé hermoso, ese cabello claro y la sonrisa particular de papá lo tenía desde siempre, incluso sin dientes. La abuela lucía radiante, hermosa, con una juventud encarnada en cada gesto de su rostro, y el abuelo, tan atractivo que me costó un poco creer que fuera él, esbelto y alto, igual que papá.

Comenzó a pasarme una por una las fotos. Desde que estaba recién nacido, hasta su primer día de escuela donde salía un pequeño llorando sin soltar la pierna de la abuela. "Llorón", pensé al verlo.

—Era tan perfecto, se comportaba bien, era alegre y amable. Con tu abuelo estamos muy orgullosos de lo que fue y lo que hizo... y claro lo que nos dio. —me acarició el mentón con lágrimas en los ojos.

Respiré hondo y analicé las fotografías olvidando mi propósito, era un momento muy íntimo, estábamos creando una conexión con los abuelos y mi padre muerto.

Pasamos a las fotos de su preadolescencia y adolescencia. Muchas fotos grupales, con jóvenes de su edad rebosando de alegría, pero había uno en particular que llamó mi atención. Eran seis chicos, abrazados sin preocupación, el de la esquina derecha destacaba del resto y no era mi padre. Lo apunté.

—¿Quién es él?

La abuela miró sobre la foto y sonrió.

—Ian. Mira amor—levantó la foto para que él pudiera verla—, son los chicos. —él abuelo rio.

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