Capítulo 32: "Él está allí"

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El día lunes llegó y me dirigí a la escuela como de costumbre, lo que había pasado el fin de semana me había dejado atónita

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El día lunes llegó y me dirigí a la escuela como de costumbre, lo que había pasado el fin de semana me había dejado atónita. Than, después de acompañarme a casa enfrentó a su padre, pidiéndole explicaciones, pero el hombre no le dijo absolutamente nada, le pidió que no se involucrara en cosas que no eran de su incumbencia. Than hubiese seguido insistiendo si no fuera porque su papá estaba realmente enojado.

No le comentamos a Aaron y Verónica lo sucedido, queríamos esperar al día de clases. Ya habíamos pasado muchas cosas en ese corto periodo de tiempo, no queríamos que lo que habíamos escuchado y lo que decía el papel arruinara el fin de semana de ellos.

Cuando llegué a la escuela, como era tradición, pude ver a mis amigos esperando. Than abrazaba a Verónica y esta le acariciaba el cabello mientras le brindaba una brillante sonrisa. Se veían tan bien juntos. Sin embargo, pude notar la tristeza en la mirada de mi amigo, tal vez, yo estaba igual que él.

Ambos nos encontrábamos en la disyuntiva de cómo comentarle las cosas a Verónica y Aaron. La primera amaba a su papá, Than aseguraba que lo idolatraba y sería capaz de obedecerle ciegamente. Respecto a Aaron, todos conocíamos su historia con su padre, así que, por su lado, no creíamos que le afectaría tanto.

Los saludé y esperamos la llegada de Aaron, que no tardó en unírsenos. Comenzamos a hablar sobre el incendio y a burlarnos de cómo saltamos, eso avivó mi ánimo y el de Than, que se jactó de la perfecta caída que había tenido, a diferencia de Aaron que se había pegado en las costillas y Verónica que se había torcido el pie.

Entramos al salón y esperamos a Keegan, cuando llegó lo primero que hizo fue pedir los ensayos. Los entregamos de los primeros.

—Ocuparé los minutos de la clase para revisarlos—informó—. Ah, sí, hoy es mi último día, chicos. —dijo como si nada.

Los gritos de asombro y de consternación no demoraron, mis compañeros no estaban felices con el anuncio, ¿cómo avisaba el mismo día de su partida? No era novedad para nosotros la noticia de que se iría, pero jamás pensamos que fuera tan rápido, por lo menos, le dábamos una semana más.

Keegan trató de calmarlos sin éxito.

Scarlet aprovechando el alboroto se acercó a nosotros.

—¿Creen que deberíamos darle una despedida? —nos preguntó en voz baja—. Ustedes son más cercanos a él. Si no le hacemos una despedida, mínimo regalémosle algo, no se puede ir así sin nada.

Acordamos estar de acuerdo con lo que la mayoría eligiera. Scarlet pasó puesto por puesto preguntando lo mismo. Miré de reojo a Keegan y aún seguía calmando los ánimos de quienes se habían acercado donde él. Desvié mi atención al fondo del salón y Alex no estaba, necesitaba hablar con él.

Anna cruzó miradas conmigo y frunció el ceño apuntando a Aaron, me encogí de hombros, ella puso los ojos en blanco y negó con la cabeza, le sonreí, parecía indignada.

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