La industria del entretenimiento cree que los espectadores somos imbéciles

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Como se pueden percatar por el tono del título, estoy un tanto enfadada en el momento en que escribo este apartado, y más adelante les diré por qué. Para exponer mi punto de las razones por las cuales pienso que la industria del entretenimiento cree que los espectadores somos imbéciles, voy a dar distintos ejemplos que encajan con esta idea.

Comencemos con lo más típico de todo: las telenovelas. Ya les he dedicado un apartado entero, pero también aplican para demostrar mi razonamiento de hoy. Si alguna vez las tramas de las novelas fueron novedosas, en la actualidad se han visto despojadas de cualquier atisbo de originalidad. Cada una parece un copia y pega de la anterior. Pero lo peor ni siquiera es eso; lo peor son las ridiculeces que intentan venderte como si se tratase de algo serio. En el caso de novelas como Chocolate con pimienta, que tiene claras intenciones humorísticas, esto no aplica porque su trama no pretende que te la tomes muy en serio; pero cosas que te plantean un drama realista, terminan presentándote muertes por quebrantamiento de puentes de cristal (esto es contigo, Rubí) o asesinatos por envenenamiento que parecen más bien la posesión de Regan en El exorcista (La madrastra, ahí te hablan); elementos tan inverosímiles, que es imposible tomarlos en serio, por lo que acaban siendo un insulto para la inteligencia de la audiencia. Según mi experiencia personal, la mejor telenovela que yo he visto (y que no incluí en mi top, porque supongo que nadie la conoce por aquí) es una creada en mi país y titulada Al compás del son, una novela de época en la que convergen la música tradicional y los ritmos latinos populares de aquel entonces, por lo que si no te convencía la trama, por lo menos podías disfrutar de la música. Además, a pesar de contar con la típica trama y subtramas tipo culebrón, está ambientada en un contexto histórico real, lo que la obliga a ser seria y coherente de cierta forma.

El cine y la literatura tampoco escapan al fenómeno de la ridiculización. La imaginación no tiene fronteras; pero cuando ves vampiros brillando a la luz del sol y siendo capaces de reproducirse, sabes que ya se han cruzado todos los límites aceptables. Puedo entender la necesidad de buscar la originalidad dentro un mito tan sobreexplotado como el de los vampiros; empero, si vas a ser original, lo mínimo que debes hacer es formular una explicación medianamente coherente para tu aporte a la mitología vampírica, en lugar de estupidizar a tus lectores y espectadores. Crepúsculo no es la única franquicia con este problema. De hecho, cuando una saga realiza su enésima entrega en el espacio exterior, puedes ponerle el E. P. D allí mismo y ahorrarte la vergüenza de ver cómo se arruina la historia.

Ahora, hablemos un poco de los reality shows y los programas televisivos que abducen los cerebros de los telespectadores. Me refiero a esos nefastos melodramas como La rosa de Guadalupe, Caso cerrado, Decisiones, Como dice el dicho, Laura en América, entre otros, cuyos problemas principales no son sus mera existencias (aunque de ahí parte todo) o lo nulo de sus tramas, sino que hacen el pobre intento de hacértelo ver como historias extraídas de la vida real, cuando todos sabemos que no pueden ser más absurdas. La realidad no suele ser tan ridícula. La única función que cumplen estos programas es la de contribuir a la pobreza intelectual de sus televidentes.

Pasemos al motivo de mi enojo, lo que me llevó a hacer este apartado: las adaptaciones. Y no me refiero a la transmutación prohibida de anime a live-action, la cual ya he mencionado en otras ocasiones y que también es una atrocidad; hablo de las empresas que compran los derechos de productos audiovisuales de otros países para doblarlos a otros idiomas y exhibirlos en su área geográfica. Yo puedo entender que los niños de corta edad no deban ver cosas que escapen a su comprensión; mas los infantes con un determinado rango de edad ya están capacitados para entender lo que sucede en algunas series algo más maduras. No es posible que se les pinte todo de color rosa, porque eso no es real. El mundo no es así. Pero, en lugar de que los padres les expliquen a sus hijos que la ficción es solo eso, ¿saben cuál es la solución más sencilla? Lo adivinaron: censura. Censura con todo lo que se vea animado, como si no existiera la animación destinada a un público adulto. ¿A qué viene todo esto? Pues, es que últimamente he estado viendo unos pocos capítulos de Yu-Gi-Oh! en su idioma original, y solo eso me ha bastado para darme cuenta de que no dejaron ni una sola línea de diálogo medianamente parecida o con la misma intención que en su versión japonesa. Incluso segmentos de conversaciones que no tienen absolutamente nada de ofensivo o controversial, y que incluso esclarecen puntos importantes de la trama, fueron omitidos porque sí. Necesito que alguien me explique qué hay de malo en una conversación entre adolescentes. Otra cosa: el humor japonés suele ser bastante cutre, hay que admitirlo; pero los momentos graciosos en esta serie pueden ser lo suficientemente cómicos para cualquier país del mundo, porque su comedia es un poco más general de lo que la media de animes muestran al público. Sin embargo, mucho de eso fue censurado bajo la excusa de supuesta sexualización de las escenas. Cuanto más veo de la versión japonesa, más ridícula me parece la censura. Creo que los ejecutivos de 4Kids se quedaron sin neuronas por ser fans de La rosa de Guadalupe, además de consumir sustancias de dudosa procedencia al momento de evaluar los animes que adaptarían para su audiencia objetiva, privándonos de toda la sustancia de la historia como tal para reducirla a una serie arquetípica que le hacía marketing a un juego de cartas. Y ni hablemos del crimen de catalogarla como una serie para niños, cuando en realidad estaba destinada a un público adolescente.
















¿Qué opinan acerca de todo esto? ¿Están de acuerdo conmigo o piensan de manera diferente? ¿Creen que la industria del entretenimiento nos toma por estúpidos en ocasiones o no? ¡Háganmelo saber! ¡Todas las opiniones son bienvenidas!

Las series que marcaron mi infanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora