inalcanzable

— Lo sé, fue tonto hacer eso, — y no solo se refería a aquella vez en el nexo de luna, sin la intervención oportuna de la pluma estaba segura que no estaría ahí en ese momento… pero también se refería a su actuar en el cumpleaños de Callum, el irse sin decir nada en mitad de la noche.

Como elfo de luna eso podría llamarse como una huida exitosa, pero en otra situación era justo eso, una huida, ¿en verdad estaba huyendo? Si, siendo honesta estaba huyendo de sufrir una pérdida mayor. Callum la había llamado egoísta. Y ella agregaría terriblemente terca. Desde que se fue, pasó varias noches sin dormir, cada que lo intentaba y cerraba los ojos veía a todos aquellos que dejó atrás, y, sobre todo, pensaba en ese príncipe triste y tonto que la cargaba ahora en su espalda que con sumo agrado veía sus progresos. Y estaba orgullosa de él. La pregunta la incomoda, sobre todo porque desde que perdió su asta ha hecho lo posible por no pensar en ello, o, al contrario, pensar demasiado en cosas que no debe.

— Fue un grupo de magos oscuros — comienza a relatar; apoya sus brazos sobre los hombros de Callum, como haría en otro momento y situación menos peligrosa, y al hacerlo, se recarga levemente en su espalda, como alguien que encuentra un apoyo después de un cansancio físico y emocional—, estaban capturando unos ciervos bebés. Parece que saben, o les dijeron, que los ciervos bebés son los que poseen más magia primaria que uno adulto. Aunque los ciervos adultos son, ya sabes, grandes, los pequeños son criaturas que recién nacen, son más puros, con más energía primaria que cualquier otro. Traté de detenerlos, y… todo estaba bien, salvo que había más de ellos que se ocultaron usando magia oscura. Jamás había visto un grupo de magos oscuros de seis, de menos no con esas habilidades

Una de las manos de Rayla fue directo a apoyarse de forma que pudiera recargar su cabeza contra la de Callum, cerró los ojos y respiró, casi se sentía como algo natural nuevamente, pero aun sentía tanto sus propias reservas como las de Callum mientras éste agradeció que ella no pudiera verlo, su rostro serio, el entrecejo fruncido tratando de mantener la calma después de escuchar como perdió su asta.

— Pero si, ellos quedaron más golpeados y sin tres ciervos bebés, así que creo que puede decirse fue un éxito el rescate —al principio tenía ese impulso por ir y recuperar su asta. Cuando la perdió se sentía incompleta, como si le hubieran arrancado una extremidad porque, de forma literal, las astas eran otra parte más del cuerpo de cualquier elfo.

En ocasiones llevaba su mano al asta, recorría con sus dedos la misma hasta que repentinamente se encontraba con la nada, nada más que vacío donde antes estaba su asta. Entonces se molestaba. Se molestaba con ella misma por su imprudencia. Por sentir que podía ella sola con ese grupo de humanos. Se molestaba con los humanos que usaban magia oscura, que usaron energía vital de criaturas inocentes para someterla y hacerse de su asta. Entonces decidió que tomaría esa amarga experiencia como nuevo aprendizaje y confirmación que los humanos que han sido seducidos por aquella magia prohibida han perdido su humanidad.

—Yo… —el príncipe Callum trata de hablar, pero no encuentra las palabras adecuadas—. Encontré tu asta —dijo rápido. Era cierto, él jamás podría olvidarla. Callum la había dibujado tantas veces que conocía sus patrones, por eso cuando la vio en manos de un vendedor del mercado negro, su corazón casi se detiene pensando lo peor, pero tener el asta de Rayla con él había sido un consuelo, se decía que quizás ella estaba bien, se aferraba a esa esperanza y al final así había sido