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Después de tantos sucesos donde termine siendo involucrada, mi cumpleaños había llegado, el sol que salió este día fue tan brillante que me hizo despertarme.

Tal como lo esperaba desde temprano tenia a criadas acomodando todo lo necesario para la tarde que era el momento del inicio de mi festejo, Clara como me lo esperaba fue la primera en felicitarme, fue la única de las criadas que me estrechó entre sus brazos ya que supongo que las demás no se atrevieron a tanto contacto físico.

Me prepararon con un sencillo vestido para ir a desayunar en familia, aunque ya sabía que era una tradición familiar entre los cumpleañeros de la familia, era la primera vez que esperaba con ansias dicho evento.

Tal como lo esperé al llegar me recibieron con una sonrisa, al parecer la duquesa había vuelto a ser la persona que ya conocía y Anelle siguió con su cara seria.

Los que se notaban un poco más emocionados este día eran el duque y Alan.

Por suerte el desayuno paso sin problemas y estaba de vuelta a mi habitación para comenzarme a prepararme, me prepararon un baño con sales de baño que habían traído de la parte sur del continente que tenían un exquisito aroma a vainilla.

Las criadas que estaban a cargo de frotar mi cuerpo lo hacían con mucho cuidado tratando de no irritar mi pálida piel, admiré mis manos. Con dedos largos y delgados, mis manos eran un poco más grandes ya que eran proporcionales a mi altura.

Vaya que el tiempo corría muy rápido, ya estábamos en la temporada de mi cumpleaños, se podría decir que, a la mitad de todos los sucesos de la historia.

Gracias a mi cambio con lo que solía ser la Abril del pasado, las cosas han tomado un rumbo bastante diferente, el plan de que el negocio del carbón estaba resultando de forma prospera, Alan trabajaba diligentemente en su puesto mientras la carta de aceptación de la academia llegaba y las invitaciones a fiestas y banquetes se me acumulaban.

Era como un sueño en lo que me había convertido, he disfrutado mucho esta vida como una princesa en este imperio y como la hija del poderoso duque.

—Es hora de que salga mi señorita —Pidieron las criadas y continuaron preparándome.



Era ya el medio día cuando lo invitados comenzaron a llegar, el banquete iniciaba a media tarde y continuaba con un baile al anochecer, ese era el itinerario que había preparado el duque para su hija mayor.

Todos los invitados al festejo de su hija eran los nobles de más alto rango y conocidos que había hecho en su reciente negocio, las señoritas con sus glamurosos vestidos que iban de acuerdo a su estatus y los jóvenes admirando el lugar. Entre los invitados estaban Clara y Luca, así como algunos empleados más que habían sido invitados personalmente por Abril.

No tuvieron forma de negarse.

Y por fin la esperada entrada de la anfitriona estaba pasando.

Con un vestido de color azul como el zafiro bajaba las escaleras mientras jóvenes y señoritas suspiraban por su belleza, su cabello recogido en una media cola con su cabello en ondas le daban una imagen más madura y no tan aniñada. El vestido con un diseño que mostraba sus hombros hizo sonrojar a más de un hombre.

Podrían jurar ver a un ángel bajando del cielo en ese momento.

Su mano es recibida por su padre que la esperaba al pie de las escaleras y con un brindis dan comienzo a la cena de cumpleaños, todos se acercaban a felicitar personalmente a la joven. Daban cumplidos y otros más llegaban a pedirle un baile.

Danielle junto a su pareja le dieron un hermoso juego de té hecho con cristales importados de otro continente; Jahzara le obsequió un par de joyas que habían traído de su lejano lugar natal. Las señoritas Madeline y Gloria que Abril conoció en la fiesta de té que Danielle organizó ya hacía mucho tiempo, también habían asistido.

Los regalos se amontonaban en una mesa y las joyas no hacían falta en ese rincón, pero sin duda lo que menos se esperaba aquella joven señorita era ver a cierto hombre castaño, con sus ojos verdes brillando con miles de estrellas estirando a su dirección una flor bastante peculiar.

Cuidadosamente guardada en una caja de madera, un lirio de cristal descansaba en el forro acolchado.

Sus dedos temblaron con nerviosismo mientras trataban de sacar dicho artefacto, cuando pudo observarlo cuidadosamente bajo la luz de los candelabros su corazón saltó emocionado.

No esperaba que sus ojos se llenaran de lágrimas mientras observaba una flor tan magnifica.

—¿Señorita Abril? —Confundido el joven caballero se decepcionó un poco por la reacción, no esperaba un resultado tan poco favorable como era el hacerla llorar.

—Es...

—Si no de su agrado puede tirarlo, yo...  —El caballero no sabía dónde esconderse por su vergüenza, él había preparado dicho regalo con tanto esmero y tratando de hacer llegar el mensaje que no podía atreverse a decir con su propia boca.

Una flor de lirio entre los jóvenes aristócratas era considerada un acto de amor y el acto de confesarse a la dama que está enamorado.

—Es tan hermosa... Luca muchas gracias aprecio tanto este detalle.

Tal como lo esperaba el caballero, Abril no reconoció el significado de dicho detalle, pero estaba bastante aliviado con que le haya gustado. Así el mismo se prometió darlo todo de sí mismo para logar instalarse en el corazón de su señorita, apenas estaba comenzando y no iba a detenerse. 

Aunque tenga que renunciar a ciertas cosas para poder lograr su propósito.


Soy la villana de esta historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora