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La noticia del encarcelamiento de la emperatriz no tardó ni medio día en llegar a los demás nobles del imperio, dichas acciones del segundo príncipe han sido cuestionadas por más de una familia aristócrata del imperio.

Su preocupación por una guerra era más importante, ya que eso conlleva a que se tomen bandos.

El camino al ducado estuvo en un silencio sepulcral, los pensamientos en mi cabeza no me hicieron descansar en lo que fue el camino y la preocupación hizo que no le prestara ni la más mínima atención a mi alrededor y por ende no hablé.

El futuro del imperio estaba a manos de la familia imperial por si sola.

Y yo no tenía el suficiente poder para hacer algo.

¿Debí contarle a Ekai sobre lo que vi en mi sueño?

Justo en el momento en que bajé del carruaje el duque estaba preparado para marcharse, asumí de inmediato el lugar a donde se dirigía.

—Gran duque, si las cosas se complican... Por favor cuide de sí mismo. —Le hablo a mi padre con pesar en mi corazón, recibiendo unas palmaditas en mi cabeza. Dicha acción hace que lo mire a los ojos, su expresión me da fuerza y esperanza.

—No te preocupes mucho hija mía, no dejaré que esos mocosos se hagan daño. —La sonrisa que me dedicó el duque me hace reír.

—Se meterá en problemas si alguien sabe que se expresa así.

—¡Ja ja ja! Espero que mi preciosa hija no me delate.

Mi padre me abraza y acto seguido se sube al carruaje, y antes de que la puerta se cierre miró hacia el caballero que esperaba detrás.

—Tenemos una conversación pendiente Luca Myers.

Y el duque se fue.

Ah, por fin había vuelto a ver a Luca después de tantos días, sin embargo, no era una situación a la que quisiera estar, aun así, al verlo frente a mí con los sentimientos a flor de piel no pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas otra vez.

Lo tenía frente a mí, vestido con el elegante uniforme de los caballeros imperiales, el blanco le quedaba muy bien.

—Abril... —No esperé más y me arrojé a sus brazos, tal como lo esperaba el me apretó hacia su cuerpo y me abrazó con fuerza.

—Tonto... Te fuiste de forma muy repentina. —Le reclamo con mi voz quebrada a causa del llanto.

—Perdóname, fui un tonto por no pensar en cómo eso te haría sentir.

No dije más y seguí aferrada en un abrazo.





El salón del palacio principal estaba lleno de nobles y la tensión se sentía en el aire.

Los caballeros imperiales custodiaban la entrada, el salón estaba en silencio mientras la emperatriz era arrastrada entre gritos y maldiciones por parte de la dama.

—¡¿Acaso no me están escuchando?! ¡Suéltenme! —A pesar de que forcejeaba con fuerza no era posible soltarse del fuerte agarre de los caballeros que la llevaban.

Al fin la soltaron cuando estaban frente al trono del emperador, los caballeros se inclinaron y retrocedieron dos pasos dejando de rodillas a la mujer.

Al mirar hacia arriba, la expresión de la emperatriz palideció.

Sentado y con un semblante totalmente recuperado, el emperador estaba sentado en su trono. Los rumores de que aún se recuperaban era una total mentira, él estaba completamente sano y podía seguir con su trabajo como el sol del imperio.

Pero eso solo lo sabían Ekai y pocos sirvientes.

—Su majestad...—La emperatriz no sabía que decir, la mirada de aquel hombre le decía todo, no podía pedir misericordia. Resignada baja la mirada.

De pronto la puerta fue abierta de forma estruendosa, los príncipes del imperio entraban por aquella puerta, Ian visiblemente más afectado que el segundo príncipe y la princesa Sheila.

—Madre...

—El acto de atentar en contra del emperador de este imperio y no solo eso, usar los fondos de inversión para el pueblo con el fin de pagar los sobornos a los traidores que la seguían, es la pena máxima. —Ekai habla mientras sube los pocos escalones que los separaban del emperador, para ponerse de lado derecho del emperador. —Los traidores serán tratados como tal y a los cómplices de intento de asesinato serán castigados en la horca como así lo estipulan las leyes imperiales.

Acto seguido, los demás soldados traen consigo todos y cada uno de los nobles que estaban bajo el mandato de la emperatriz. Condes, Vizcondes y hasta barones de renombre estaban bajo el mandato de la madre del imperio.

Ellos pedían por sus vidas e intentaban por todos los medios ser absueltos de sus pecados, pero el sol del imperio no mostró ni un gesto de duda al levantar la mano y ordenar que prosiguieran con el castigo.

—En cuanto a la emperatriz, enciérrenla en la prisión mientras es deliberada la fecha de su ejecución.

Con el acto del emperador de ponerse de pie muestra que la audiencia a terminado y los guardias proceden a llevarse a la emperatriz que ya no peleaba.

Antes de salir de la sala por la puerta especial, el emperador se encuentra con su segundo hijo Ian que miraba con dolor la escena de que se llevaban a su madre.

Aquella mujer que lo había criado con tanto amor.

—El poder la hizo que perdiera la razón, —El mayor deja caer su mano en el hombro de su primer hijo haciendo que lo mire a él. —Te concederé una última audiencia con ella.

No dijo más y se fue, dejando a su hijo con un profundo dolor.

Ian lo sabía, sabía que la emperatriz no había hecho bien, y también entendía que atentar la vida de su majestad era castigado con la muerte.

Y con la ira corriendo por sus venas corrió en búsqueda de su hermano, tenerlo de frente no disminuyó su furia y con fuerza lo golpeo en el mentón logrando desestabilizarlo.

Solo la respiración de Ian se escuchaba en el pasillo.

—¡Tu! —Gritó Ian.

—...

—A nuestra madre...

—Perdón si ahora me ves cómo el villano Ian, pero el hecho de ser nuestra madre no la limpia de culpa.

—¡Ya lo se! Pero ella... Ella...—Y no pudo aguantar más, en ese pasillo se rompió, soltó su llanto dejándose caer de rodillas, llorando como un niño.

—Hermano, sé que a ti de duele más que a mi o a Sheila, tú siempre fuiste el preferido de madre... —Ekai podía comprender un poco el sentir de su hermano, le dolía verlo tan afectado y triste, así que trata de consolarlo. —Se que comprendes que lo que hizo madre estaba mal... También entiendo tu dolor Ian, ella no deja de ser mi madre también... Pero tenía el presentimiento de que si no la deteníamos a tiempo, probablemente terminaríamos en una guerra por la sucesión.

—Lo se Ekai... Ella quería verme como el emperador. —Ian habla ya sin fuerza, recostado completamente sobre Ekai que lo sostenía.

—Perdón por hacerte pasar por esto hermano.

—Perdón por golpearte tan fuerte. —Ekai ríe un poco sobando su mejilla para después darle un ligero golpe en la cabeza.

—En lugar de empuñar una espada deberías aprender el combate cuerpo a cuerpo. 

Soy la villana de esta historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora