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Algunas personas dicen que es imposible enamorarse solo por mensajes, pero ¿alguna vez has sentido esa conexión con los libros? Funciona de la misma forma, son palabras que erizan la piel, no necesitas escucharlas o ver el rostro de quien lo está ...

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Algunas personas dicen que es imposible enamorarse solo por mensajes, pero ¿alguna vez has sentido esa conexión con los libros? Funciona de la misma forma, son palabras que erizan la piel, no necesitas escucharlas o ver el rostro de quien lo está pronunciando, solo es necesario leerlas, y el corazón brinca de alegría.

No le has conocido en persona, pero le has amado. Vives situaciones que solo se producen en tu mente, imágenes que se repiten como ráfagas de viento. Cuando lees imaginas la acción de los personajes, cuando recibes un mensaje, también.

Entonces, un lector, y un enamorado virtual, entenderían lo que es amar a alguien con quien nunca has tenido contacto físico.

Ismael era ambas cosas. Y sufría el doble, cada que leía, cada que esperaba un mensaje de Leah.

El fin de semana continuó esperando algún mensaje de Leah, refrescaba la página de wattpad cada dos minutos, anhelando que llegara un mensaje de ella.

Incluso se lamentó por no pedirle su número telefónico, pero él no quería sonar insistente o acosador. Ella había dejado en claro que no quería hablar de su vida privada.

Por eso era aún más su temor, temer que ella no existiera.

La última vez que la vio activa fue cuando subió el final de su historia. Y como cada final de historia, los lectores elogiaban el trabajo, o le dedicaban unas palabras de agradecimiento, o de queja.

Regularmente Leah respondía los comentarios de sus leahctores, ella era así, atenta hasta el final. Pero aquella vez no había respondido ni uno.

Ismael sabía que ella no le daría un trato exclusivo, pero al menos imaginaba que sí respondería a los fieles lectores. No sucedió.

Ismael la extrañaba tanto, despertaba todos los días esperando recibir un mensaje suyo. Un mensaje que no volvería a llegar.

La recordaba y prefería releer su obra, releer los mensajes que había intercambiado con ella desde el comienzo.

La semana siguiente, aunque ya tenía teléfono móvil, sentía que no cumplía con una función vital. No tenía ganas de leer en wattpad, no hablaba por mensajes con nadie más. Tampoco podía refugiarse en los libros, le era difícil concentrarse, y sentía un bloqueo lector.

Tenía la posibilidad de escribir, pero en realidad solo le decía al papel todo lo que le hubiese gustado confesar a Leah.

Pensó en llamar a la policía, pero qué le diría; ¿Que Leah decía estar en peligro metafóricamente? No contaba como una evidencia.

¿Que ella no se había conectado en wattpad durante dos semanas? No contaba como una desaparición real.

Y todo volvía a la misma pregunta, ¿Qué era real? Había días que dudaba hasta por su nombre, siguiendo la lógica de Mayte, solo era otra persona en una cuenta literaria.

El libro que me lleva a ti (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora