02 | ¿Cuáles son las posibilidades?

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Takemichi se encontraba en el suelo obedientemente mientras una de sus hermanitas pintaba las uñas de su mano izquierda y la otra pintaba las uñas de la derecha. Una de ellas estaba usando rosa mientras que la otra usaba verde para que no hicieran juego, aunque ya era demasiado tarde para volverse atrás

Igual que la noche anterior.

— ¿No es lindo? — la niña se refirió al lindo color llamativo de sus uñas. Estaban terminadas.

— Demaciado... — sin prestarle atención, Takemichi ya se encontraba pensando en Mikey. No tenía pudor. Pensando en un hombre teniendo a sus hermanas a la par.

Una de sus hermanitas golpeó su cabeza ligeramente, sacándolo de otra de sus fantasías. La pequeña notó que al hacerlo su sonrisa se desvaneció, pareciendo el presente horrible en comparación a lo que sucedía en su cabeza.

— Suéltalo. ¿Quién es?

Takemichi la miró sorprendido, llevaba toda su vida conociéndolo, extraño sería si no se diera cuenta. Pero ella solo tenía diez años, para su edad sabía leer el ambiente aún mejor que el mismo Takemichi. No estaba equivocada. Los suspiros de su hermano tenían nombre y apellido.

— ¿Crees que tu hermano es capaz de seducir a un empresario millonario?— preguntó Takemichi, esperando por una respuesta que tardó en obtener. El silencio se hizo presente por largos segundos, hasta que sus hermanas se rieron en su cara cruelmente, devolviéndole el rostro triste y pensativo de hace rato. Cuando finalmente decidieron que no querían burlarse más de su hermano mayor se detuvieron.

— Takemicchy... ¡Sabes pensar en grande!— dijeron ambas.

Si, probablemente era algo imposible y no debía siquiera tenerlo en cuenta. Pero era idiota. Y muy impulsivo con sus sentimientos. No recordaba una sola vez en la que se hubiese quedado sentado sin hacer nada cuando alguien le gustaba. Ahora la cosa cambiaba con alguien como Mikey. Recordó como se quedó inmóvil cuando el rubio se presentó como "Manjiro Sano" y la forma en la que lo miró por el retrovisor durante todo el camino a su casa. Sin embargo su apellido seguía siendo Sano. El de la reconocida familia de empresarios, dueña de tres buffetes de abogados. Y el simplemente se había besado con el novio de la menor de ellos. Para colmo, se permitió quedar flechado por uno.

Cuando llegó a casa en el auto de Mikey una de sus vecinas le preguntó exasperada por qué había bajado del auto de Manjiro Sano. Su respuesta, fue correr hasta su casa con el corazón alborotado.

Sus mejillas se pusieron rojas de vergüenza una vez más. Sabía que no saldría ileso de un sentimiento que obviamente no es recíproco. Era una cruda realidad. 

Fue sorprendido por su teléfono sonando una y otra vez en su bolsillo trasero. Una vez más regresándolo al presente.

— Diga— habló Takemichi, esperando por una respuesta detrás.

—¡Michi!— reconoció la voz enseguida, era Emma. — Sabes, tengo este asunto...

El castaño suspiró y se resignó, mínimamente podía hacerle un favor para disculparse por lo de su exnovio.

—¿Podrías acompañarme hoy a un lugar?

Una parte de él supo que no le iría muy bien después de conocer a dos miembros de la familia Sano. Tampoco creyó que los inconvenientes se presentarían tan rápido. Takemichi se apartó de sus hermanas para escuchar mejor. Quizás la chica solo quería compañía.

— Seguro.

...

No debió aceptar. El ruido del lugar, las luces, la música y los diálogos indistintos por todos lados se lo confirmaron. Emma lo había arrastrado hasta una discoteca. Y no era cualquiera, se trataba de otra de las propiedades de su familia. Más específicamente la de Emma.

Takemichi suspiró y se pegó a la rubia, intentaba hablarle de vez en cuando para saber exactamente qué hacía ahí pero no obtuvo respuesta. Solo cuando ella sonrió y se acercó rápidamente al bar supo que después de todo no estaba tan mal estar ahí.

El mismo cabello rubio y esos ojos que lo volvieron a mirar con curiosidad. No estaba ocultando en ningún momento que Takemichi era interesante. ¿Qué parte de un bebedor homosexual es interesante? Ni siquiera él mismo lo sabe. Pero tomará el reto.

Mikey se encontraba sentando en la barra de bar, conversando con un chico que de lejos lucía amigable. Pero en cuanto Takemichi se acercó su sonrisa amable se desvaneció como si hubiese visto algo desagradable. Takemichi hizo una mueca e intentó alejarse enseguida. No porque se sintiera indeseado a su lado, el chico le importaba tanto como el color de sus uñas. Pero Emma lo detuvo como si supiera lo que haría, sosteniendo una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

— ¡Ah, Manjiro! No sabía que estabas aquí...— la chica mentía, y Takemichi lo supo antes que todos. Sus expresiones y la forma tan característica de ella le resultaron fáciles de leer desde el primer día. —Y... tú.

Takemichi se rió enseguida, las caras genuinas repletas de molestia de Emma eran comedia para él. Parecía que siempre lo serían.

— "¿Tú?" Yo tengo un nombre— dijo Jiel, apunto de ponerse de pie. Sus cabellos largos se movieron de forma brusca, mientras que su cuerpo se mantuvo en su lugar. Mikey se apresuró a poner una mano sobre su pierna, intentando detener una pelea entre su hermana y su pareja justo antes de que comenzara.

—Lo siento, es que no me interesas.

— ¡Emma! — gritó Mikey, incluso más enojado que su novio.

Takemichi nunca antes vió los ojos miel de Emma oscurecerse tanto como esa vez. Sintió un escalofrio recorrer su nuca, y de pronto ya se encontraba sosteniendo su mano. El carácter de los Sano podía ser muy cambiante y extraño para un simple mortal como Hanagaki.

La pareja de Mikey parecía haber corrido millas de lo rojo que se encontraba. Su respiración agitada y la mirada encendida sólo sirvieron para que incluso Takemichi se sintiera culpable. Su apariencia sólo reflejaba vulnerabilidad, era precioso, pero su personalidad no era nada asemejada a su rostro.

De inmediato el par abandonó la barra de bar y se dirigió al segundo piso. En realidad Manjiro arrastró al muchacho, quien parecía no querer quedarse callado ante la falta de respeto de Emma.

— Lo lamento, Emma no es de esa forma.— Mikey quiso tomar las manos de Jiel, pero fue repelido enseguida con molestia.

Siempre se descargaba con él.

— Da igual. — se encogió de hombros intentando disimular que su orgullo estaba pisoteado.

Takemichi y Emma los perdieron entre la multitud desde hace minutos, pero aún permanecía ese ambiente pesado alrededor. Como si la escensia rebelde y chocante de Jiel aún estuviera presente. Takemichi entonces se preguntó qué era ese chico de Mikey. Y por qué intentaba alejar a todos seis metros de él con tanto esmero.

— Takemichi.— Emma robó su atención enseguida. Lucía seria. — Quiero ofrecerte un trato.

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BOYFRIENDWhere stories live. Discover now