08 | Yo nunca te hubiese dejado solo

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Jiel cree que está usando demasiado labial rojo.

Se mira a si mismo en el espejo del tocador, analizando cuidadosamente su imagen antes de tomar el tubo de labial una vez más, pero cuando está a escasos segundos de continuar, se detiene. Y continúa mirándose. A pesar de que no es capaz de ver mucho. Hay un chico frente a él, uno de hermosos ojos grises y figura impecable. Pero demasiado moreno, con gestos exagerados y voz poco sensual. Y su mano, morena, de largos y torneados dedos no es capaz de moverse. Apretó la mandíbula hasta que juraría haber escuchado rechinar cada diente en protesta.

Recorre su imagen por todo el reflejo con disgusto, y se pregunta por un momento si es así como quiere verse, si es así como quiere que Mikey lo vea.

Últimamente el hombre no cierne sus ojos sobre él como antes, y esto ha provocado una gran inseguridad sobre Jiel.

Sonríe un poco frente al espejo, como queriendo moldear una sonrisa creíble con sus dedos. Una brillante y genuina como la de cierto ojiazul. No lo logra. Y una vez más se detiene a la mitad de sus acciones. Ha dejado de moverse.

Vuelve su mirada al labial con interés, lo frota contra sus labios y los tiñe aún más brillantes que antes. Pero está más sumergido en el fracaso de una linda sonrisa copiada como para percatarse de que ha extendido la tinta del cosmético más allá de los límites de sus labios.

Ha manchado la mitad de su rostro de color ojo. Y de un segundo a otro su reflejo le parece horrible de apreciar.

Así que decide ir a otro lado a lidiar consigo mismo.

...

Entre la música mixta, bebidas repletas de alcohol y figuras danzantes, Izana no sabía a dónde ir. Removió el té helado en su vaso, ligeramente perdido en sus pensamientos cuando Jiel finalmente escapó de la atestada pista de baile, la piel de su rostro brillando con sudor. Se sentó junto a su amigo en el sofá y lo sacó de sus cavilaciones con un golpe en el hombro.

— Si pudieras verte en un espejo — Izana habló antes, el comentario no hizo feliz a Jiel, no con lo que le ocurrió por la mañana.

— Explícate

— Por toda tu cara está escrito el despecho.

Jiel llevó una de sus manos a su rostro como una acción automática, que hizo que Izana se riera.

— Si, justo ahí.

Jiel se encogió de hombros.

No es como si Izana no conociera las peleas de Mikey y Jiel, incluso las ha visto con sus propios ojos. Pero está vez Jiel luce diferente, no ha peleado con Mikey, y aún así luce roto, de alguna forma.

— Si yo fuera tu, terminaría con eso y me iría a Canadá.

Jiel se ríe y mira a Izana con burla. Sabe de lo que habla, pero finge que no.

— Tienes una buena familia, no veo por qué no tendrías el dinero para tomar todo e irte.

La familia de Jiel estaba bastante bien; aunque llamarla familia no sería correcto para una cantidad tan pequeña de miembros; Jiel y su hermano menor, quienes vivían solos la mayor parte del tiempo. Y su padre, un empresario distante, dueño de varios restaurantes en el área, hizo una fortuna en tan poco tiempo que casi es sospechoso. Izana nunca lo ha visto, Mikey y Emma tampoco, resulta un misterio de donde es que Jiel consigue los ingresos para solventar su hogar. Jiel nunca habla sobre eso y todos respetan su elección.

— Quizás mañana — finaliza Jiel.

Izana se ríe, sabe que Jiel es demaciado terco como para renunciar a Mikey sin dar una maldita pelea sucia.

BOYFRIENDWhere stories live. Discover now