14 | Aquí, por tu cuenta

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No existe hombre en la tierra que pueda anticipar un golpe de Sano Shinichiro. Usa una linda corbata perfectamente atada por su esposa y pone una sonrisa en su atractivo rostro cuando destruye ejecutivos que lo traicionan. No hay piedad en esta clase de hombre. Y esto aplica en su familia también. Así que, cuando descubre que uno de sus hermanos comienza a desviar fondos a dos empresas fantasmas, en cantidades horriblemente disparejas y evidentes, no puede evitar tomar el primer vuelo a Tokyo que encuentra.

Un paso tras otro se acerca a la oficina de Izana. Recuerda la noche anterior y a Mikey llamándolo para decirle que Izana no está en su apartamento llegan a su cabeza, todo era tan sospechoso, la voz nítida de Mikey detrás del teléfono, como si hablase con una contestadora automática.

Shinichiro respira hondo y lo deja escapar mientras las miradas danzaban sobre su cuerpo. Su entrecejo se arruga de enojo. Da un par de zancadas más y azota lo que probablemente es la puerta color caoba más cara que ha tocado en su vida contra la pared.

— ¿Estás ahí, Izana, rata desgraciada?

Recargado en el marco de la ventana estaba Izana, su socio, su hermano, y su amigo desde que su padre lo trajo a casa como un animalito asustado, pero también estaba ahí el origen de todas las desgracias en la familia; la oveja negra. Vestía un traje azul marino hecho a la medida, con la camisa ligeramente desabrochada y sin corbata. Su cabello brillante acomodado de tal manera que pareciera que no había hecho el mínimo esfuerzo en peinarlo. Una apariencia desaliñada acompañada de más de una docena de golpes y moretones por todo su rostro. De repente Shinichiro entendió aquella extraña llamada de Mikey.

Izana estaría bien.

Frente a Izana, había un documento con varias firmas en él. Y si Shinichiro veía un poco mejor aquel papel, (lo cual hizo) vería la firma de todos sus leales accionistas sobre el.

— ¿Qué harás con eso? — pregunta, la sangre subiendo hasta su garganta de miedo.

— Shinichiro, no sabía que habías llegado a Tokyo. — Izana ignora la pregunta e intenta revolver el documento entre todo el desastre en su escritorio, pero no lo logra.

Shinichiro toma la hoja entre sus manos antes de que desaparezca entre papel inútil y le hecha un ojo rápidamente. — Si, llegué ayer durante la noche. Te esperaba, envié a Mikey por ti pero nunca regresó. Ya veo porqué — observa su rostro — Por cierto, interesante escrito. ¿Quién es Takemichi Hanagaki y por qué se le acredita el cien porciento de las acciones de la compañía? ¿Es un contrato de venta? ¿Qué significa, Izana? ¿Estás jugándole una broma a tu familia? — Un par de lecturas más, y los ojos de Shinichiro pierden vida. — ¡¿Embargo?! ¡¿Deuda?! ¡¿Qué significa todo esto?!

— La empresa está embargada.

Un fuerte puñetazo llega al rostro de Izana antes de que pueda prepararse, y termina sobre su escritorio sin orientación. Shinichiro no deja de gritar insultos y maldiciones sobre Izana, incluso algunos empleados han llegado para apaciguar la situación, pero no hay nada más que hacer. No hay forma de ayudar a Izana, a menos que unos cuantos millones de dólares fueran depositados a la cuenta de la compañía, no había nada que hacer.

— ¡Es confiable! ¡La compañía seguirá siendo nuestra! No está vendida. Simplemente estará a nombre de esta persona por un tiempo, de esta forma no pasaremos por procesos judiciales. Shinichiro... confía en mí.

Shinichiro no puede dejar de ver a Izana como si este hubiese perdido la cabeza. No tiene idea de que está pensando su hermano, qué trama, y por qué un movimiento tan inusual como este se le pudo haber metido en la cabeza.

— ¡¿Cómo confiar en alguien como tú?! No puedo creerlo... — Shinichiro suspira, intenta encontrar una respuesta. —  Llámalo, a ese tal Takemichi. Llámalo ahora, voy a resolver todo esto, voy a arreglar todo tu desastre como siempre.

BOYFRIENDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora