Capítulo 18 - Cinta enlace

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—A cambio de tu poder, te ofrecería protección. Tanto de los demonios como de otros ángeles. Creo que ahora mismo eso es lo que más necesitas.

—¿Quieres decir... que ahora en lugar de obedecer a los Consejeros debería obedecerte a ti? Estás loco si piensas que aceptaré ese trato.

—Yo no sería tan estricto como lo es mi padre. Y de sus cláusulas solo conservaría una: no utilizar oscuridad en la Ciudadela. Desde mi punto de vista es bastante tentador...

—¿Y para qué quieres oscuridad, exactamente? Al menos los Consejeros tenían una finalidad clara: entrenar para la Batalla.

—Se avecina una guerra, Sadi. Un aliado poderoso siempre viene bien —sobre todo si está bajo tus órdenes, piensa ella—. El Infierno acabó con la vida de Marx. Yo te estoy ofreciendo una oportunidad en el Cielo, en el reino rival. Como mi súbdita, sería yo el responsable de cualquier daño que pudieras causar. A eso le sumaríamos mi protección y mi ayuda inestimable para el conjuro de restauración. Todo ello a cambio de acatar unas cuantas órdenes... Yo no me lo pensaría dos veces.

Debe reconocer que suena convincente. Si no puede abandonar el reino y su única salida es someterse a alguien del Cielo, quizá no se equivocaba al decir que él es su mejor opción.

—Entonces yo también quiero mis condiciones.

El chico intenta disimular su regocijo sin apenas resultados.

—Te escucho.

—Jamás me pedirás que use mi oscuridad con objetivos perversos. La utilizaremos única y exclusivamente para el bien del Cielo y para defender sus ideales.

Prácticamente le está exigiendo no utilizar la oscuridad con fines oscuros, porque siendo realistas, es para propagar la muerte y la destrucción por lo que esta energía fue creada en un inicio. No es que se avergüence de ello: considera ambas fuerzas dignas por igual. Al fin y al cabo, no puede haber creación sin destrucción, y sin la muerte la vida carecería de sentido. Simplemente no son esos los principios que piensa que le corresponde promover.

—Dalo por hecho.

—Puedo aceptar que tengas cierta autoridad en lo que respecta a mi oscuridad, pero no sobre mi relación con la Zona Negra. Mis derechos y obligaciones como Guardiana recaen solo sobre mí.

—No veo por qué no.

En un principio esas eran sus únicas objeciones, pero lo ve tan receptivo que...

—Se me permitirá bajar a la Tierra cada cierto tiempo, si la ocasión lo permite...

—Me temo que eso intercede con mi principal obligación: garantizar tu seguridad. ¿Sabes lo mal visto que estaría que los demonios te raptaran bajo mi mandato?

Sadira enmudece unos segundos.

—La decisión es tuya. Si te decantas por la Tierra, solo espero que tu muerte sea rápida e indolora. Si eliges el Cielo pero deniegas mi oferta, te aseguro que no aceptarás ninguna otra, porque son a cada cual más ruin y despreciable. Pero si decides quedarte bajo mi mando... entonces esto es para ti —Jey le tiende un fino pañuelo de tela roja. Sadira no entiende nada.

—¿Qué es?

—Una cinta enlace. Un ángel del Vínculo la ha conferido para mí. Simboliza uniones, en este caso nuestro acuerdo. El trato se habilitará en el momento en que te la ates al cuello. Los ángeles te concebirán como una parte de mí y solo entonces aceptarán tu presencia. Llevarla puesta es la única forma de que te dejen paso a la Ciudadela.

Los TerrenalesWhere stories live. Discover now