Decimonovena nota - 29/06/2005

889 132 11
                                    

Miércoles 29 de junio de 2005


Desde que no llevo más la libreta a la facultad me ha costado seguirte escribiendo. En casa tampoco tomo muchas notas porque estamos cerrando el cuatrimestre y nos tocan los últimos parciales. Aparte de esto, papá parece estar cada vez más encima, por algún motivo. Me volví a teñir el pelo de rojo y todavía no me perdona por ello. Insiste en que vaya a un retiro espiritual que la iglesia organiza en las vacaciones de invierno, que comienzan en poco más de una semana. Pero ni hablar, que ni lo sueñe. No voy a dejar que esa gente me lave el cerebro. De momento, la excusa perfecta para no ir es el final que pienso rendir a fines de julio, de la única materia cuatrimestral que no es promocionable.

Nos seguimos encontrando todos los martes con vos, y nos vimos uno solo de los domingos porque el otro papá me llevó de visita a lo de mi tía Felicia en Santa Fe. Ella es tan religiosa como él, y juntos son insoportables. Sé que fue explícitamente a pedirle consejo sobre qué hacer conmigo, a quejarse de que ya no es lo mismo que cuando yo era más chica, que todo se volvía más difícil y sentía que me estaba alejando mucho de Dios. Estaban en otra habitación hablando mientras yo me quedaba en el comedor con mis primas, pero pude oír buena parte de su conversación.

Escuché a mi tía decirle que él no podía ya criar a una hija solo, que necesitaba una figura femenina que me guiara y orientara, más que nada a esta edad «tan difícil, en la que los hijos tienden a descarriarse». Me dieron ganas de vomitar. Por supuesto, seguí conversando con mis primas, que son menores que yo, fingiendo que no escuchaba sus conversaciones, aunque tenía ganas de gritarles de todo.

Supongo que en cualquier momento papá podría desear rehacer su vida, casarse de nuevo —si lo hiciera sería sí o sí con una mujer que haya conocido en la iglesia—, y no lo culpo si desea hacerlo, pero deseo que si lo hace que sea para no estar solo, porque quiere un amor. Solo espero que no venga con una tipa que quiera reemplazar a mamá, porque eso sí no podría soportarlo. O que busque darme órdenes o decirme qué hacer.

Ya soy mayor de edad. Si tan solo tuviera el dinero suficiente para independizarme...

Cada día me gustás más, Adela.

Cómo desearía ya estar recibida, trabajar y tener mi dinero propio, para poder enfrentarme al mundo y jugarlo todo por vos.

Tener paciencia se vuelve difícil, siento que tengo las cosas en mi contra. ¿Qué pasaría si papá se enterara de todo? ¿o si en la facultad supieran de lo nuestro?

¿Qué sería de nosotras?

¿Podríamos fugarnos y escapar del mundo, como lo hacen muchos personajes en libros y películas? ¿Seremos capaces de jugarnos por nuestro amor llegado el momento?

Porque yo te amo, o al menos eso creo. No sé vos, Adela, pero yo haría cualquier cosa por vos. 

Notas para AdelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora