Vigesimosegunda nota - 21/07/2005

825 129 35
                                    

Viernes 21 de julio de 2005


Acabo de volver a casa. Hace apenas unas horas. Fue casi un infierno estar en casa de mi tía y temer que aguantar sus sermones día y noche sobre cómo ser una "buena hija de Dios". El lunes es el final y no podía traerme el fin de semana, así que me trajo hoy viernes. Por suerte mis primas no son como su madre y fueron buena compañía. No puedo hablar mucho con ellas, tienen quince y trece, así que no nos entendemos tanto, por la diferencia de edad. Pero la hemos pasado bien haciendo actividades juntas. De todos modos, la mayor parte del tiempo estuve estudiando.

Las cosas se ven extrañas en mi habitación. Algo está fuera de lugar y no sé bien qué. Hay objetos movidos, quizá papá estuvo limpiando, aunque siempre soy yo quien me encargo de hacer orden acá. Encontré el diario en el mismo lugar donde lo había dejado, por suerte, pero no estoy segura de que la ropa que lo cubría en ese cajón esté organizada de la misma manera.

Tal vez son solo ideas mías. No quiero volverme paranoica.

Siento que papá me mira raro. Me habla muy poco, lo mínimo indispensable. Parece estar en otro mundo y se la pasa mandando mensajes de textos.

Mi tía estuvo todo este tiempo intentando convencerme de que debo volver a la iglesia y ser la cristiana perfecta. Me dice que estoy ya en edad de buscar novio y que no debería salir a bailar con amigas ni beber alcohol, que no sabe cómo mi padre lo permite. Según ella, debo ir a la iglesia, participar, y conseguir un novio ahí. Si no me gusta la de Paraná, puede llevarme ella a la de Santa Fe. Dice que hay varios chicos lindos y buenos de mi edad.

¿Por qué le preocupará ahora que vaya consiguiendo novio? Hasta hace poco tiempo opinaba que era mejor que terminara de estudiar antes de hacerlo, porque después una termina teniendo sexo antes del matrimonio ya que los noviazgos se vuelven más largos de los que deberían. Al parecer, un año de noviazgo es más que suficiente, y hay que casarse antes de andar haciendo «cosas prohibidas».

¿Habrá sido ella la «cristiana perfecta» en su adolescencia? Me cuesta creer que haya sido así. Todos los adultos quieren decirte qué hacer y cómo debés ser, pero luego una se entera de que en su juventud eran terribles. ¡Qué hipócritas que son!

Adela, hace varios días que ya no contestás mis mensajes de texto. Eso me preocupa mucho. He tenido extremo cuidado, tengo el celular con contraseña y solo he enviado textos desde el baño, único lugar donde tenía privacidad. Me dijiste que me extrañabas, que las vacaciones no iban a ser lo mismo sin mí, y qué era una lástima que no podías ayudarme a estudiar para el final.

Sos una dulce.

Pero desde el martes que te mando un mensaje por día y no me has contestado.

¿Qué pasó? ¿Volviste con Lucía? Me temo que eso pueda haber pasado. No encuentro otra explicación para este repentino silencio de radio. ¿Te fue a buscar? ¿Salió con alguna propuesta que no pudiste rechazar?

Eso me da más miedo que la idea de que papá haya estado revisando mis cosas. Me muero si decidís no hablarme nunca más.

Cuando pueda voy a ir hasta tu casa para hablar con vos. Así no te encuentre y tenga que volver varias veces. Estimo que lo voy a intentar el lunes después de rendir. Papá no tiene por qué saber cuánto tiempo me lleva el final.

Te extraño. Demasiado.

Contestame los mensajes, por favor.

Notas para AdelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora