Kunetsov.

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13 de Enero, 2022.

Espero a que el reconocimiento facial haga lo suyo con el carnet que me brindó Dimitri, el acceso se me es permitido y emprendo marcha buscando un lugar en el que estacionar.

Un Mazda 2 color rojo pasa frente a mí como si el mundo tuviese que detenerse para que él o ella pase, y tal como lo esperaba, ella baja del coche, una rubia con atuendo color rojo, al igual que su auto.

Casi parece un accesorio del parabrisas.

Utiliza tal atuendo con la clara intención de llamar la atención, quizá mostrándole al mundo que se trata de un traje de diseñador desconocido para alguien que consigue su ropa en tiendas común y corrientes, mientras que un moño bien apretado sujeta su cabello; agradezco haber elegido un atuendo de cuero falso negro, acelero en mi motocicleta Ducati Superleggera V4, estaciono y bajo sintiendo ojos sobre mi mientras me despojo del casco.

La motocicleta le da el toque que necesitaba mi entrada triunfal, ya saben, compras de último segundo.

Entro al edificio principal, donde una señora regordeta atiende lo que parece ser una mini recepción.

—No lo digas—me pide al llegar al mostrador—, eres Kaelena.

Asiento sonriendo, divertida.

—¿Debería preguntar cómo conoce mi nombre?—me recargo en el mostrador aun sonriéndole.

—Es de lo único que han estado hablando aquí, mi correo electrónico está inundado sobre la buena presentación que debo darle, señorita—comienza a rebuscar entre sus papeles, sonriendo—. Además, es imposible no adivinarlo cuando de lo único que se habla es de sus increíbles ojos. Por cierto, bastante bellos.

—Bueno, que te suban el sueldo, estas haciendo bien lo que se te pidió—me tiende un par de papeles que deduzco debo comenzar a leer y firmar—. Y gracias por el cumplido, me subes más el ego.

—En realidad, más que pedir fue una orden por-

—¿Ya estás de charlatana, Lianna?—chilla una voz desconocida para la que supongo, es la señora regordeta.

El rostro de Lianna cambia completamente, poniendo los ojos en blanco y enderezando su espalda; yo, continuo en mi posición relajada apoyando los antebrazos sobre el mostrador.

—No, señora Kunetso—su voz, ahora dura y aburrida me divierte. Presiono mis labios reprimiendo una risa—. Bonito atuendo.

—Ya te dije que así no se pronuncia el apellido de mi querido esposo—por fin observo a quien parece detestar Lianna, la mujer con atuendo rojo brillante se posa a mi lado—, es Ku-net-sov. Y gracias, al menos sabes apreciar un buen traje de diseñador.

Endurezco mi rostro mientras ella extiende la mano hacia Lianna.

—La copia de las llaves del despacho de mi marido—exige, con expresión aburrida.

Escucho a Lianna suspirar sonoramente, amo a esta mujer.

—Tengo ordenes de su marido para no darle las llaves a nadie, en específico a usted—sonríe falsamente.

—Pues si en específico no quiere que tu tengas esas llaves tu no debes de ser su queridísima esposa—digo en alto, sonriendo cuando sus mejillas enrojecen, me voltea a ver con enojo, sonrío cuando se queda observando mis ojos por un tiempo más de lo requerido.

Suelen ser lo que más llama la atención.

—D-dakota Kunetsov Davis—se presenta extendiendo la mano, la deja extendida por un tiempo esperando que la tome.

VulnerableWhere stories live. Discover now