Tyler llegó con cara de pocos amigos, aún así se digno a venir a escondidas para ayudarme con las heridas

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Tyler llegó con cara de pocos amigos, aún así se digno a venir a escondidas para ayudarme con las heridas. Para los mortales es sencillo hacer películas en donde nos citamos como por arte de magia, pero no, nuestra piel tarda más en cicatrizar.

Mucho más cuando te golpean con un látigo de hierro puro. Los black estaban locos, lo único que querían era matar a Calipso antes de que se cumpla lo que el oráculo predijo.

Tyler en silencio me pasó a través de las rejas un frasco de vidrio, era salvia junto a no sé qué más puso Sarah.

Sarah era mi confidente, la única que confió en mí hasta lo último: era quien cuidaba a Calipso desde lejos en mi ausencia. Al notar al vampiro decaído inevitablemente pregunté:

— ¿Qué pasa, niño?

—Ella lo quiere, quiere a Phoenix. —Levantó la mirada—fue con él hoy al bar ese y ni siquiera pidió mi ayuda.

—No sé que fue lo que te llevó a pensar en eso pero no puedes rendirte ante el primer hombre por el que ella sienta atracción. —exclamé recordando todo lo que ambos han vivido—ve a por ella y hablen como hace tiempo ya no lo hacen. —aconsejé a lo que él respondió asintiendo con la cabeza—.

Esta mujer efectivamente me va a volver loco

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Esta mujer efectivamente me va a volver loco. De camino al bosque ella me contó acerca de la hechicera que ayudaba en el castillo, me contó que su magia es antigua y que la conoce desde su primera transformación.

Fue ella quién la ayudó a conseguir aquella estaca con la que asesinó a su esposo. Al mencionarlo solo una vez volvió a cambiar de tema drásticamente, posó su mandíbula en mi hombro para que pudiera escucharla mejor.

—¿Entonces mañana vamos a partir a la ciudad para encontrar a las brujas?

—No, creo que tengo una mejor idea. —dije pensando en una mejor idea—, solo prométeme que no serías capaz de matar a una elfa.

—.¿Qué no viste mi autocontrol en el bar? No la mataré, genio.

Llegamos al lugar, árboles por doquier pero el ambiente se tornó frío. Fue cuando ella sacó una pequeña cuchilla escondida en la cintura de su pantalón, perforó su dedo y una gota de su sangre abrió el domo.

Sangre Maldita © Onde histórias criam vida. Descubra agora