🦵Capítulo 24🦵

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Después de esta larga charla, Auston ya no se comportó como un loco con Ruan Tang.

 Incluso cuando llegó a casa, sólo vio a Ruan Tang volver a su habitación para descansar, y no se acercó a él para olerlo y tocarlo como solía hacer.

Esto hizo que Ruan Tang estuviera casi seguro de que Auston era perfectamente normal, y sólo estaba fingiendo estar loco.

Auston observó la espalda de Ruan Tang, empujó su silla de ruedas a su propio ascensor y volvió a su estudio. Su secretario y guardaespaldas, Vincent, le esperaba en el estudio, sirviéndole respetuosamente una taza de té negro.

Vincent había recibido las órdenes de Auston media hora antes, pero al enfrentarse a ellas no pudo evitar confirmarlas de nuevo: "Mi señor, ¿realmente vamos a sacarle la lengua a Owen Fedya? ¿De verdad vamos a sacarle la lengua a Owen Fedya y a acabar con sus poderes mentales? Puede ser un completo idiota, pero es el hijo menor favorito del duque Fedya."

No sabía cómo Owen se había metido en problemas con Auston, pero seguía pensando que el duque se había excedido un poco con sus órdenes.

 El emperador ya había visto con malos ojos al Duque cuando accedió a ser el progenitor del "Príncipe Heredero" comprometiéndose con alguien elegido por la reina, y sospechó aún más de Auston cuando se volvio loco y luchó en contra de ello.

Ahora, en este momento tan delicado, Vincent realmente sentía que el Duque no debía hacer más enemigos. Aunque sabía que no podría convencer a su señor, como miembro de su personal, Vincent sentía que debía darle ese consejo.

Auston pensó en el comportamiento de Owen hoy y quiso ser firme en sus intenciones, pero cuando pensó en lo que Ruan Tang le acababa de decir, cambió de opinión y miró a Vincent y le dijo con indiferencia: "No es necesario, deja que conserve sus poderes mentales y su lengua... por ahora, sólo rómpele las piernas por mí.".

Vincent pensó que no sería capaz de persuadir a Auston, pero se sorprendió de lo bien que habló con él hoy, y le dirigió una mirada de sorpresa.

Hizo una pausa, con la intención de volver a persuadir: "Debo decirle esto, mi señor, usted esta es una situación delicada, y no sería bueno para nosotros tener un enemigo tan poderoso como la familia Fedya. Después de todo, Su Majestad siempre nos está observando".

Romperles las piernas sería menos grave que arrancarle la lengua a Owen y arruinar sus facultades mentales, y le dejaría en casa unos meses como mucho. Pero con la situación que se presentaba, Vincent seguía pensando que era mejor no romperlas si podía.

Tenían que aprender a esperar su tiempo un poco.

"Tú sigue adelante y hazlo, no te preocupes, yo lo tengo controlado". Auston le dirigió una mirada débil, cruzando las manos y golpeando el tablero de la mesa: "No hay nadie en el mundo que conozca a mi buen padre mejor que yo. Cuanto más enfadado esté, más se aliviará y bajará la guardia hacia nosotros. Si mi 'locura' se curara y me volviera una persona normal y comenzara a reclamar mis derechos como heredero, entonces sí que se pondría ansioso y se enfadará y querrá matarme." Al crecer entre las garras y los cálculos del emperador y la reina, Auston siempre había sabido cuáles eran sus respectivos miedos.

Vincent comprendió al instante lo que quería decir y agachó la cabeza: "Sí, mi señor, lo entiendo".

"Bien, después de que le hayan roto las piernas, envíale un mensaje al Duque Fedya diciendo... ya que no puede enseñarle modales a su hijo, con gusto lo haré yo por él. Esta vez, fue por el buen corazón de mi esposo el que me convenció de no hacer algo peor, que agradezca qué sólo le rompí las piernas. La próxima vez que insulte a mi 'Duquesa', no tendrá tanta suerte". Auston levantó suavemente su taza de té, degustando el cálido líquido.

Después de casarme, los que me traicionaron renacieronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora