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5 de abril
Hospital de Gotham

Dick abrió los ojos con cansancio, se levantó con pesadez de la silla, estirando sus músculos doloridos, su vista se dirigió hacia la cama a su lado, donde un adolescente yacía dormido, lleno de heridas cubiertas por vendas.

Con pasos silenciosos se acerco hacia el joven, para dar pequeñas y cuidadosas caricias al cabello negro, con cuidado dio un corto beso en la frente y salió de la habitación, no se había alejado mucho cuando una mujer mayor lo saludo llevando un carrito lleno de toallas y otros artículos de color blanco. Dick sonrió aun sin disimular su cansancio y siguió su camino.

Al llegar a la sala de espera, pudo reconocer un rostro.

—Alfred, te dije que fueras a casa a descansar— reclamó el joven, el mayor al darse cuenta de su presencia bufó, pero al levantarse de su silla pareció temblar un poco. —Ya no eres tan joven Alfred, debes cuidarte.

—Joven Dick, puede que esté viejo, pero no puedo quedarme en la mansión sabiendo que están aquí—. Dick solo asintió, tratando de forzar una sonrisa, pero solo se apoyó en el hombro del mayordomo y abuelo, suspirando.

—¿Jason?

—Mande al amo Jason a dormir, no se ha movido del hospital desde que el amo Tim despertó— el joven de ojos azules ignoro la ironía de la frase y asintió, irguiéndose viro su rostro hacía unos ventanales, notando que el oscuro color negro del cielo iba desapareciendo, claro aviso de que el sol estaba por salir.

Al acercarse al ventanal sus ojos sin desearlo se dirigieron a cierta parte de la ciudad, noto el edificio destruido, las calles cerradas y las carpas de primeros auxilios ubicada cerca de un perímetro seguro. Además de ver a bomberos, policías, paramédicos y gente voluntaria, aun buscando entre los escombros por más gente.

—Amo Dick, por favor no se culpe— Alfred se acercó hasta apoyar su mano en el hombro del joven, que se estremeció al tacto. —lo que sucedió no pudo preverlo.

—Alfred— advirtió con voz dura antes de que la conversación avanzara a un tema difícil de tocar, la enfermera que había saludado en el pasillo se acercó.

—Señor Wayne, Señor Pennyworth— llamó, Dick sintió náuseas al saber que se dirigían ahora con ese nombre a él. —El doctor Smith ha confirmado que el estado de los dos jóvenes se ha estabilizado, si desea puede firmar el acta del niño Damian Wayne y deberá seguir su tratamiento y visitas regulares, sin embargo, el joven Timothy debe permanecer en revisión dos días más. —Sonrió, tratando de aliviar la angustia de los dos hombres.

—Gracias Tessa— Dick tomó los papeles y firmó el alta de su hermano menor, mientras que Alfred leía con detenimiento los estudios que le habían hecho a Tim. Despidiéndose de la mujer, comenzaron su camino hacia la habitación del menor de la familia, mientras se acercaban las paredes blancas comenzaban a desaparecer, cambiadas por paisajes y dibujos agradables y divertidos.

Al entrar a una habitación les recibió el televisor prendido en algún canal infantil, pero los ojos de los hombres se dirigieron hacia el niño que estaba sentado en el suelo alfombrado y jugaba con algunos peluches.

El niño al verlos, sonrió mostrando sus dientes, soltó todos los juguetes y corrió hacia su hermano mayor. —¡Hermano!— Dick correspondió el abrazo y beso con cariño la mejilla no magullada, el niño se rio como si estuviera acostumbrado a tales actos de cariño. Alfred hizo una mueca y viró el rostro, pues no quería preocupar al niño con sus ojos vidriosos.

—Adivina que me han dicho los doctores— el tono de voz de Dick había cambiado, ya no era ese tono cansado y triste, ahora era uno mucho más entusiasta y alegre, como si toda la tristeza hubiera quedado atrapada en el marco de la puerta. El pequeño ladeo la cabeza curioso. —Podemos irnos a...ca-casa— trató de ignorar el titubeo de su voz, esperando que el pequeño no haga mención a ello.

—¡¿En serio?! — gritó el pequeño emocionado, después saltó del abrazo y fue a luchar con su bata de hospital. —Ya quiero ver a Titus, Alfred el Gato, a Lola... — y siguió enumerando los nombres de sus 10 mascotas mientras Dick lo ayudaba a cambiarse su bata de hospital por ropa normal y Alfred recogía el resto de juguetes o arreglaba un poco la habitación. —¿Papá ya llegó de su viaje?

Los dos mayores se congelaron, Dick trago con pesadez para después dar un suspiro tembloroso, recordando los consejos del pediatra y la delicada situación psicológica que atravesaba el más pequeño de la familia.

—Acabo de recordar— cambio el tema, —¿Deberíamos comprar helado antes de ir a casa? — el pequeño asintió más entusiasmado, olvidando su pregunta, mientras Dick se preguntaba si podría dar un solo paso dentro de la mansión sin romperse en pedazos.



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Pues hasta aquí el primer capítulo, espero les haya gustado y le den mucho apoyo. Los amo.


Editado el 15/03/2024

Aunque... Yo ya no estéWhere stories live. Discover now