No Estas Entendiendo

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Emma

Movió sus brazos para estirarlos y enredarlos en mi cintura, aún con los ojos cerrados.

-vane, no puedo estoy en horario de trabajo - reí bajito mientras llevaba mi mano a donde estaban las suyas.

-solo un poco... No puedo dormir bien-habló con un suspiro entre ambas palabras.

Sonreí y me recosté a su lado, arriba de la mantita que cubría su cuerpo. La abracé por la espalda esperando a que volviera a dormir, pero ella cambió de posición y se sentó para acomodar la mantita para las dos.
-Estoy en horario de trabajo - recordó mi subconsciente, para así hacer el intento de solo ayudarla a dormir a ella y no dormirme en el intento, pero sólo tocar su cuerpo hizo el efecto que ninguna pastilla para dormir y relajarme hizo en mi, el calor de su cuerpo seguía siendo el mismo, la forma en la que nuestras manos se unían en sus piernas seguía haciéndome temblar y sobre todo escuchar su respiración hasta que se volvia lenta y pesada seguía siendo mi pasatiempo favorito.

Vanesa

Desperté por una luz que iluminaba la oscuridad, no quería mirar para ningún lado, porque ahora mismo podría pasar cualquier cosa y yo ni inmutada, estaba relajada, como hace meses no estaba, sentía que al fin descansé, al fin logré dormir bien y la razón estaba tras de mi con la respiración lenta y con su mano entrelazada con la mía.

-no las molestes, que Emma últimamente no ha dormido bien, idiota - escuché un susurro.

Hice el intento de sentarme en la cama, pero nuevamente llegó el dolor de cabeza y decidí volver a mí posición, donde Emma se aferró mucho más a mi cuerpo en un intento de no dejarme ir a ninguna parte.
Escuché como la puerta se cerró e intenté acomodarme boca arriba en la cama, cuando al fin lo logré Emma subió su cuerpo al mío.
Miré por la ventana que estaba entreabierta y ya estaba oscuro, supuse que ya era de noche o ya de madrugada. Cerré los ojos y subí mi mano para acariciarle el cabello, el cual estaba mucho más largo que la última vez.

Sentí que la respiración de Emma se volvía más pesada, por lo que ya estaba despertando, me tensé al instante, porque sabía que teníamos una conversación pendiente y aunque yo quisiera atrasarla todo lo posible por nervios, debíamos tenerla tarde o temprano.

-mhh... - balbuceó mientras se daba vuelta para volver a quedar en la cama.-¿qué hora es? -.

-tarde... Supongo -. Respondí bajito mientras intentaba buscar mi móvil.

-¿Tienes hambre? Nos hemos saltado la hora de la cena -. Se sentó en la cama pasando sus dedos por sus ojos para así despertar del todo.

-la han dejado allí - apunté la bandeja que había en la mesita de mi lado.

Ella se levantó y caminó hasta la puerta, encendió la luz y a ambas nos costó adaptarnos.
Cuando logré abrir los ojos nuevamente, me di cuenta de que su cabello ya no estaba castaño, sino que ahora era rojo, y caía sobre su pecho con suaves ondas.
Se acercó hasta una bolsa de tela que había en el suelo, justo al lado de la puerta, donde supuse que habían estado patricia y Matías.

-¿Quieres un chocolate y galletas? - preguntó atando su cabello.

-lo que quieras... Necesito dormir un poco más - respondí tapandome con las mantitas.

-¿te duele algo? - preguntó acercándose a mi.

-la cabeza, me duele demasiado -.

-¿recuerdas lo que sentiste antes de desmayarte? -.

-tenía mucho frío, porque temblaba y mi corazón comenzó a ir muy fuerte... Pensé que era un infarto ¿fué un infarto? - pregunté abriendo mucho los ojos.

-no, no fué un infarto. Si hubiese sido eso no me hubieses tenido durmiendo a tu lado, hubiese estado despierta todo el tiempo viendo como reaccionas durante las horas... Fué ansiedad, y te dejó débil, normalmente te baja todo, hasta la presión y cómo te encontró débil... Pues, pasó esto - caminó hasta la puerta - espérame un poco, voy a por el chocolate -.

Mientras ella estaba fuera, yo me senté en la cama y me quité la sudadera que llevaba, el frío se había ido. Me senté en la cama y encontré mi teléfono, lo apagué, porque definitivamente no tenía nada más importante que hacer que estar con Emma, quien ahora si que parecía una sirena.
El sonido de su risa me sacó de mis pensamientos y cuando me di vuelta para mirarla estaba con dos tazas en las manos.

-¿Podemos conversar ahora? - sonrío mientras me entregaba el chocolate.

-podría ser... Pero me has dicho "chocolate y gelletas" faltan las galletas - hice morritos y ella se levantó y fué donde estaba la bolsa, para sacar un paquete grande de galletas de animales. - soy toda oídos -.

-bueno... Mira, no es fácil esto, la verdad. Me alejé porque necesitaba un tiempo, necesitaba pensar y...- no la dejé terminar.

-eso ya me lo has dicho, estas divagando-.

-¿Puedo comenzar con que fui a tu casa aunque tu me dijiste que no fuera? - preguntó sonriendo.

-¿has entrado a mi casa? - pregunté mientras me llevaba una galleta a la boca.

-solo entré a por algo, te juro que no fué por ser una entrometida en tus cosas... Pero revisé algo que tenías en tu habitación, era un álbum-.

-no importa, son fotos que tarde o temprano ibas a ver - respondí quitándole peso al asunto.

-si, eso... Eran fotos con malú y con tus amigos,pero mientras iba pasando las páginas me encontraba fotos de cuando eras pequeña, para luego pasar a fotos con tu familia, sin orden cronológico, la verdad, muy desordenadas para mi gusto, pero en punto es que vi fotos con tus hermanos, uno lo encontraba conocido, sabía que en algún momento lo había visto, hasta que entre unas páginas encontré una foto de ustedes cuando estaban más grandes... Vane, si después de esto no quieres hablarme, por un código de hermanos o algo, te juro que no me voy a enojar, sé perfectamente que es la familia ante todo y ninguna de las dos sabíamos esto-. Comenzó a jugar con sus dedos y del dedo anular se sacó un anillo, el que iba en la rosa, sonreí al ver que lo había encontrado, pero con un rápido movimiento lo dejó en la palma de mi mano. - cuando comencé a atar cabos me di cuenta que yo también lo conozco, fuimos pareja... -.

Abrí los ojos y me demoré en cerrarlos, porque estaba intentando entenderlo todo.

-¿fueron novios?... ¿Con Antonio? - pregunté, porque definitivamente no podía ser Francis.

-si, cuando vivía en málaga... Tu historia con él y la mía me hicieron darme cuenta que hablamos de la misma persona y te juro que me duele más a mi que a ti, porque era mi pareja, dolía un poco menos, pero tu eres la hermana...-. Su voz salía ronca, como si algo impidiera el paso de las palabras, como si quisiera decir mil cosas, pero todas esperaban pacientemente su turno para salir. Sus ojos se llenaban de lágrimas en casa palabra y pasaba la punta de su dedo índice para limpiar las que decidían bajar por sus mejillas.
Mientras yo no podía decir nada, hoy podía perdonarla por alejarse, porque mientras pasaban los minutos yo seguía sin poder hablar, me costaba asimilar todo, juntar todas las historias y ahí me di cuenta de que eran necesarios esos meses.

-pero fueron pareja, no es nada. De hecho yo debería pedirte perdón por todo lo que hizo... viviste esas mierdas con él - hablé nuevamente intentando juntar todo lo que ella me había dicho.

Y me dolía, me dolía pensar que a la persona que tanto cuido, que tanto amo, vivió todos esos traumas que me contó con mi hermano, si ya dolía en algún momento, sin saber quien era, esta vez quemaba por dentro...

-vane, no estas entendiendo... Antonio es el padre de candela -.

ESTA VEZ SÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora