búnker

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Emma

En cuanto caí al suelo sentí el dolor en mi brazo, pero la adrenalina me hizo olvidarlo. Me levanté del suelo y corrí en busca de ayuda, porque por nada en el mundo dejaría a Vanesa sola en esto, debía aprovechar la oportunidad de estar fuera.
A los minutos tenía a la policía y al equipo de seguridad de donde vivíamos, la casa estaba rodeada, no había escapatoria.

Me quedé de pie frente la casa y escuché los primeros dos disparos, los que me hicieron derrumbarme rápidamente, ese fué el preciso momento donde me di cuenta que podía perderlo todo en manos de quien ya me había hecho perder mi todo, obligandome así a comenzar de cero, a levantarme del suelo y volver a formar ese todo que hoy colgaba de un hilo.

Comencé a temblar, la policía cambió sus planes y entraron rápidamente a casa, más de tres hombres corriendo hacia la puerta y a los segundos más disparos sonaron desde la habitación, caí al suelo mientras lloraba y sentí una mano en mi hombro.

– Emmita...– Ana estaba de pie a mi lado, ella temblaba, estaba pálida y sus ojos rojos.

Me puse de pie y me escondí en el hueco de su cuello, ella me abrazaba mientras yo sentía como la vida se me desmoronaba, como los planes a futuro se volvían cenizas y peor aún, teniendo al amor de mi vida a metros de mi y yo sin poder hacer nada.

– ambulancia, llamen a una ambulancia– gritó un policía mientras salía de la casa con salpicaduras de sangre en su ropa .– necesitamos llevarlos al hospital ya mismo–.

–vienen en camino– le dijo otro que estaba esperando abajo junto a dos más.

–necesitamos a un médico ahora mismo– le gritó quien había salido de casa.

Aún temblando me separé de Ana y le di la mano para que me acompañase a dónde ellos estaban.

–eh... Yo... Yo soy...– y no pude decir más.

–es cirujana... Médico cirujana– dijo Ana rápidamente.

Y justo en ese momento llegaron dos ambulancias, con más luces encendidas y el sonido tan característico, que si bien siempre me hacía temblar, esta vez me hacía derrumbarme. Bajaron los enfermeros hablaron un poco con los policías y sus miradas se fijaron en mi.

– Emma... ¿Vanesa?– preguntó Matías, quien raramente se subía a las ambulancias.– vine solamente porque ví dónde era... Voy a subir. Necesito que me lleven las camillas con ruedas hasta adentro– gritó a ambas ambulancias.

Se bajaron cinco paramédicos más y sacaron las camillas rápidamente para llevarlas dentro. Me abracé a Ana, ella me apretaba fuertemente y yo temblaba.

–van a bajar y vas a tener que ayudar... No hay ningún doctor ahí, son todos enfermeros– dijo Ana alejándome de ella y acomodando mi cabello detrás de mi oreja– tu puedes, eres fuerte–.

–no soy tan fuerte, Anita... No puedo– dije mientras las lágrimas volvían a caer de mis ojos.

Yo estaba de espaldas a la puerta, Ana veía todo lo que ocurría. Estaba pálida, mordió su labio inferior y puso sus manos en mi cara para impedir que me diera vuelta.

– Emma, por favor necesito ayuda aquí– gritó Matías.

–lo que vas a ver es fuerte, por favor si no puedes hacerlo no te obligues, solo di que no– dijo mientras soltaba mi rostro y dejaba un beso en mi frente.

Me di vuelta y no podía ver nada, las camillas estaban mirando hacia adentro así que me acerque dónde Matías estaba, su traje quirúrgico estaba lleno de sangre, los guantes blancos estaban totalmente rojos, y los de la otra ambulancia subían una camilla rápidamente.

ESTA VEZ SÍ Where stories live. Discover now