cumpleaños y misterios

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Emma

Desperté más temprano que Vanesa, siempre me pasaba lo mismo el día de mi cumpleaños. Necesitaba iniciar el día lo más pronto posible, pero Vane estaba totalmente dormida, con una respiración calmada y enredada a mi cuerpo.
Me dediqué a mirarla, a detallar su rostro, sus labios estaban levemente separados, acerqué mi dedo índice hasta su nariz y la perfilé, me encantaban tanto sus facciones que podría quedarme una vida entera mirándolas sin cansarme.

–Candela es igual a ti–susurré mientras miraba sus pestañas.

Siempre pensé que Cande se parecía a mi, porque solo conocía a Antonio, no logré conocer a su familia, ya que el siempre me explicó que tenía muchos problemas familiares, que en su casa no lo entendían y por eso el vivía solo.
Pero desde que supe todo, logré darme cuenta que Candela es idéntica a Vanesa y Francis, desde el color de los ojos, hasta la forma de los labios y allí aprendí a que debía aceptarlo, aceptar que ella tiene otra familia, una que no  estuvo desde el principio, pero que si estará hasta el final.
También fué difícil aceptar que la persona que me abrazaba por las noches tenía la misma sangre de quién hizo de mi vida un infierno, me costó trabajo volver con Vanesa porque la amaba y no quería hacerle daño y en mi mente solo pasaba la idea de venganza y luego al volver a verla a los ojos en esa sala de hospital, como la primera vez, todas mis ideas y mis pensamientos se derrumbaron porque no podía hacerle eso a quien sin saberlo me daba vida y me invitaba a soñar cada noche en sus brazos.
Nunca dejaría de agradecerle a la vida por tener a Candela, aunque las circunstancias no fueron las que yo desearía, llegó en el momento más adecuado, llegó cuando la necesitaba y cuando mi vida estaba acabando, tampoco podría dejar atrás la mirada soñadora de Vanesa, quién llegó como un remolino a mi vida, a descontrolar todo, para luego acomodar nuevamente cada espacio con nuevas cosas y momentos.

Sonreí mientras miraba a Vanesa, pasé mis dedos por su flequillo para poder abrirlo como una cortina y cuando iba a dejar un beso en su frente su móvil comenzó a sonar. Una notificación tras otra, y a pesar del ruido ella no despertaba, simplemente daba vueltas en la cama para ignorar el sonido.

–amor, te hablan...– hablé bajito mientras la movía para que despertara.

–responde tú – habló mientras se tapaba con las sábanas hasta la cabeza.

Tomé su móvil y se desbloqueó con mi huella, a los segundos ya estaba en WhatsApp viendo todos los mensajes que tenía pendientes de responder, pero al principio estaban los que le habían llegado recién, de un número desconocido.

–es un número desconocido, no lo tienes agendado– expliqué.

–bloquealo y abrazame– pidió mientras se daba vuelta para darme la espalda y acercaba su culo a mi.

Solo había dejado tres mensajes, el cuál eran una imagenes, las abrí y eran fotos de nosotras en el hospital, exactamente en el estacionamiento de este. Un escalofríos recorrió mi cuerpo, pero hice lo que Vanesa me había dicho y cuando ya estaba listo decidí que hablaría con ella cuando terminara el día para así no arruinar nada. Volví a abrazar a Vanesa, pero en mi cabeza no dejaban de dar vueltas las fotos, estas eran a una distancia muy corta de nosotras, pensé que podrían ser imágenes de periodistas, pero luego llegué a la conclusión de que esas imágenes llegarían primero a redes sociales y no a Vanesa, porque lo nuestro ya era público.

–eh...– susurró Vane mientras tomaba mi mano y la dejaba en su vientre– no le des vueltas al asunto, duerme un poquito más, corazón–.se acercó a mi todo lo que pudo y allí se quedó.

–media hora solamente–advertí.

Y si que logramos aprovechar esa media hora porque con solo concentrarme en su respiración logré quedarme dormida.

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