Hyori se encontraba en otra aburrida fiesta de negocios, sus padres celebraban la apertura de una nueva subsidiaria en su empresa.
Los señores Min trabajaban en un despacho de contadores, mejor conocido como Grupo Ariae, el más importante de Corea del Sur.
A la chica no le importaba mucho el trabajo de sus padres, se la pasaban en su oficina desde que ella era una niña, por lo que no tiene los mejores recuerdos de su infancia junto a sus padres, la mayoría de estos eran con la señora miyeong, quien la cuidaba desde que era una bebé.
Hyori estaba sentada en una silla apartada de los demás, no le interesaba relacionarse con nadie de ese lugar, además de que solamente eran personas mayores hablando de cuanto dinero ganaban por segundo.
-Sr. y Sra. Park, es un gusto tenerlos aquí, por favor pasen.- Escuchó la voz de su mamá al abrir la puerta.
-Oh veo que vienen con su hijo, mucho gusto, bienvenido Sunghoon.-
¿Sunghoon? Bueno eso podría interesarle un poco.
La menor levantó la mirada y vio a un chico alto que parecía de su misma edad, cruzaron miradas y aquel chico le dio una sonrisa.
Hyori movió su mirada algo apenada mientras se sumergía en su teléfono.
Pasaron algunas horas más, la castaña perdió de vista al chico por lo que pensó que podría estar por ahí con su familia, hasta que escuchó una voz.
-¿Aburrida?- Era el.
Asintió con la cabeza. -Mucho ¿Y tú?
Él chico se sentó a su lado. -También.
-Soy Sunghoon.- Extendió su mano hacia la chica.
-Soy Hyori.- Tomó su mano y al momento de juntarlas ambos sintieron una extraña, como si algo dentro de ellos hubiera conectado.
-¿Quieres hacer algo más divertido?- Hyori extendió su mano hacia Sunghoon quién lo miró extrañado pero aceptó.
Corrieron fuera de la casa hasta llegar a el patio principal donde había un kiosco lleno de flores, era el lugar favorito de la chica.
-Es bonito.- Habló el mayor apoyándose en una pared.
-Lo sé, suelo venir mucho aquí cuando estoy aburrida.
-¿No te gusta estar ahí adentro?- La chica negó.
-No, esa gente solamente presume lo que tiene, piensan que con el dinero pueden comprar valores y modales. La mayoría de ahí no tiene ni una pizca de humildad pues el dinero les consumió el cerebro.-
A Sunghoon le atraía la forma en la que ella pensaba, era muy diferente a todas las demás chicas que había conocido, parecía que no le importaba lo que dijeran los demás, solamente era ella misma, tenía una sonrisa hermosa y unos ojos en los que podía ver las estrellas reflejadas en ellos. Se sentía muy bien a su lado.
Pasaron horas sentados en el suelo del lugar, hablando sobre ellos y sobre sus sueños, nunca habían hecho algo así con alguien pero por alguna razón ambos habían tomado confianza mutuamente. No había segundo en el que no hablaran, parecían aprovechar el tiempo al máximo.
A Hyori le parecía interesante él chico que le gustaba escuchar cada detalle de su vida, con ese peculiar lunar y una mirada sincera. Se sentía segura con él, como si el tiempo no pasara, como si solo fueran ellos dos dentro de aquel lugar.
-Sabes Min, creo que me agradas.- Sunghoon sonrió.
-Creo que tu también a mi, Park.- Hyori le devolvió la sonrisa.
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