Capítulo 31: Darkness

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Habían días buenos, días malos y días peores, y para Jack ese viernes caía dentro del tercer grupo.

Todo había sido fatal desde que despertó y recordó lo mal que había arruinado las cosas con Elsa. Se había equivocado tan estúpidamente que estaba incluso enojado consigo mismo y se sentía tan frustrado... Siempre ocurría algo que arruinaba las cosas cuando estas iban mejorando. Era un fracaso.

Además, no lograba hacer nada que ayudara pues ni su intento de jugar futbol americano para reconfortarla y entretenerla había resultado como quería pues pudo ver como Elsa abandonaba el estadio a mitad de juego, el cual para colmo se había extendido por sobre la hora reglamentaria luego de varios contratiempos. Lo único que lo consolaba de todo eso era pensar que al menos la platinada no había tenido que presenciar cómo perdían desastrosamente, la humillación por la que pasaron y, sobre todo, ver como Gastón se vanagloriaba junto a su equipo.

—Ánimo, Jack, fue solo el primer partido y un amistoso, te aseguro que para la próxima nos irá mejor—lo alentó Kristoff cuando llegaron juntos a casa casi al atardecer y luego de que Adam los reuniera para conversar. Hipo había logrado escapar de esta incómoda plática.

—Si...—suspiró el peliblanco abriendo la puerta e ingresando.

Lo primero que hizo Jack al entrar a casa fue observar a su alrededor y de inmediato notó que ni Elsa ni Anna se encontraban allí, solo Hipo y Astrid.

—Hipo, ¿has visto a Elsa?—preguntó de inmediato

—Sí, cuando llegamos—respondió el chico—Y... le avisé que Rapunzel vino a llevarse a Anna por el fin de semana y ella se encerró en su habitación, lo siento.

—Claro—dijo el peliblanco con desgano.

Ya conocía los planes de la menor de irse a Corona todos los fines de semana y sabía cómo eso, sumado a su reciente incidente, podía afectar a la mayor y no le extrañó en absoluto lo que le informaba el castaño, pero no podía dejar de sentirse desanimado.

—¡Pero tranquilo, ya saldrá!—lo animó esta vez Hipo notando su decaimiento, aunque nada realmente surtía efecto y él chico se fue a encerrar a su propio cuarto.

Mientras observaba el techo de su habitación Jack pensaba en que no recordaba haber tenido un día tan triste como ese hace mucho. No hablar con Elsa definitivamente le hacía mal y no poder remediar sus errores era terrible.

Por suerte para el peliblanco lo que podía salvarlo apareció justo en su cuarto, y no, esta vez no era una poción mágica ni nada extraño, solo eran chocolates, los que a pesar de ser los mismos de siempre, sabía que Elsa adoraba y nunca se negaba a comer.

Tomando todo lo que tenía, Jack caminó a la cocina...Sabía que ya era tarde y no quería perder tiempo, pero quería hacer del sencillo gesto un poco más y al menos dárselos de una forma especial. El peliblanco tenía todo el entusiasmo para lograr algo, más sus planes se vieron interrumpidos cuando oyó la puerta de entrada abrirse y cerrarse.

Con curiosidad se aproximó para ver qué ocurría y al mirar por la ventana se encontró con una sorprendente imagen: Elsa corría hacia el bosque, sola y en medio de la noche.

Jack de inmediato dejó todo olvidado y corrió tras la chica.

...

El bosque encantado era tenebroso de noche si se caminaba en solitario. El sonido del viento entre los árboles y de pequeñas ramas quebrándose por el peso de las pisadas de algún animal ponían a Elsa con los pelos de punta, pero, a pesar de lo escalofriante de la situación, ella no retrocedió.

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