Prólogo

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Las ciudad estaba iluminada por las luces artificiales que desprendían casi todos los edificios, el ajetreo aún estaba presente a pesar de que la noche era helada mucha gente seguía en las calles, todos las personas estaban tan concentradas en sus propios mundos que no podían ver la miseria a su alrededor.

En uno de los tantos apartamentos que había se podía notar la luz que provenía de una televisión algo antigua que mostraba una caricatura vieja.

Y en el sofá se encontraban una mujer no mayor de treinta años, de piel blanca cabellos oscuros y ondulados, usaba una pijama común que apesar de cubrir gran parte de su cuerpo se notaban tanto en su rostro como en su cuello, los golpes que sufría constantemente. Pero aún así seguía sonriendo mientras veía a su hijo de seis años durmiendo en su regazo esa era su única razón de vivir.

Cargo a su hijo a su habitación lo colocó suavemente en su cama y le dio un beso de buenas noches, cuando salió se fue a sentar al mismo sofá ya que sabia que su pareja no tardaría mucho en llegar.

Y tenía razón el hombre entró tambaleante y con olor a cerveza y a perfume de otras mujeres en todo su cuerpo.

—mujer *hip* dame algo *hip*de comer—pronunció mientras se dejaba caer en el sillón

La mujer en vez de acatar la orden de su pareja como siempre lo hacía esta vez no lo hizo al contrario corrió a la habitación de su hijo, abrió la puerta y luego la cerro con seguro y fue donde estaba su hijos.

Ya podía escuchar los pasos de su marido que iban directo a aquella habitación.

—mi niño, hijo mío despierta—pidió la mujer mientras lagunas lágrimas se escapaban de sus ojos

—mmm—el pequeño se movió un poco mientras se despertaba un poco soñoliento—mami... ¿Por que lloras? —pregunto un poco más despierto mientras veía la cara de su madre

—porque hoy es el día para despedirnos—le contestó lo más dulce posible

Tomó su celular y por fin después de tantos años de ser sometida por un hombre borracho y mujeriego tubo el valor de llamar a la policía.

Por su bien y el de su pequeño, cuando le respondieron su marido estaba ya en la puerta de la habitación golpeándola para que la abriera.

Después de esa llamada escondió a su pequeño en un pequeño baúl que había le puso unos audífonos mientras le tapaba los ojos con una banda y le dejaba su peluche de felpa favorito, depósito en su cabeza un beso de amor como solo una madre sabe.

Ella sabía que no podría estar más con su hijo por lo que más quisiera, su pareja la había engañando la había utilizado de tantas formas que ya no las podía contar estaba más que marcada.

Su esposo en uno de sus tantos ataques de ira logró derribar la puerta y entrar en la habitación su mirada era la de un loco que solo tenía un objetivo ahora mismo darle un castigo adecuado a SU mujer.

No tardo en abalanzarse encima de ella y golpearla a más no poder sus puños ahora estaban cubiertos de la sangre de la mujer, que ahora estaba tendida en el suelo, inerte, y aún así el no se detuvo su cara ahora era irreconocible.

Después de unos minutos la policía había llegado y la escena era una de horror, arrestaron al hombre y se llevaron al niño, y cuando le preguntaron que había pasado el niño les respondió.

—mi mami, me cubrió los ojos para no ver y me puso los audífonos para no escuchar ella dijo "los niños pequeños no deben perder su infancia tan pronto", también dijo que ahora ya no la vería pero dijo que me cuidaria siempre—

Sin duda los policías estaban sorprendidos esa mujer le había evitado el trauma a su hijo y había logrado tener evidencia para arrestar al hombre, sin duda fue algo increíble.

También se descubrió que la mujer era una ex miembro de la marina, también trabajo como detective, en donde se enamoró conciente mente o inconscientemente de un traficante de personas con el cual tuvo a su hijo, realmente fue algo inesperado.

Continuará...

Soy...Sakazuki Akainu?!Where stories live. Discover now