Cuarentainueve

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Chan tenía que comprar una almohada gigante parecida a él para poder moverse. Felix no lo soltaba ni un momento, lo abrazaba, se acurrucaba contra él, incluso se sentaba casi sobre sus piernas. Eso no era del todo malo, Chan lo soportaba, pero Dios, Felix lo olfateaba y se medio restregaba contra su cuerpo ¿Cómo debía reaccionar? ¿Cómo si no estuviera pasando? Porque vaya que estaba pasando, y estaba pasando mucho.

La casa era tranquila, no había vecinos lo suficientemente cerca como para husmear ni vendedores molestos, tampoco perros que hicieran ruidos u otros animales, solo estaban ellos dos...o tres...cuatro, contando a Mili a pesar de que ella era algo callada. De cualquier modo no tenían mucho que hacer, Chan seguía buscando una forma de extender los ahorros y conseguir un trabajo y Felix estaba ocupado restregándose contra él.

—Creo que podremos sostenernos si robamos un banco.— Se lo comentó a Mili. —El dinero que le pedí prestado a mi hermana nos ayudará por unas semanas pero sigo creyendo que será mejor robar el banco.

—No robaras nada.— Dijo Sungjin entrando por la puerta con varias bolsas en las manos. —Les traje comida para sobrevivir mientras se esconden.— Dejó todo sobre la mesa y Felix miró con curiosidad. —Tienes suerte de que Younghyun corroborará tu historia, no iba a hacer nada para ayudarlos.

—¿fuiste a verlo? ¿Cómo está Dowoon?— Preguntó Felix de inmediato.
                   
—No fui a verlo, dijo que era arriesgado así que solo hablamos por teléfono. —Aclaró Sungjin. —No quiero meterme en problemas así que me iré rápido.

—Gracias, Sungjin.— Habló Chan. —Te debo una.

                     
—Me debes mil. Solo lo hago porque lo necesitan realmente.

—Eres nuestro angel.— Cantó Chan y Sungjin le mostró la lengua para salir de la casa.
                     

Bien, de nuevo solos.

                     
—Él es amable.— Suspiró Felix mirando dentro de las bolsas. —¿Por qué todos los monos son amables?                 
—¿lo somos?

                    
Felix asintió con la mirada perdida.
                   

—Younghyun, tu hermana...la hermana de Younghyun, todos han sido amables conmigo, Sungjin realmente no tiene que ayudarnos y lo hace. Con los lobos las cosas no suelen pasar así, los lobos no ayudan a alguien que no sea de su manada, ellos desprecian a los ajenos.— Felix alzó la mirada hacia Chan, sus preciosos ojos grises brillando. —Todos ustedes me ayudaron a pesar de que salí de la nada.

—No siempre es así.— Chan suspiró. —Hay monos que también lastiman, Felix.

—Tú no me has lastimado.

—Pero si lastimé a Jeongin.

                     
Chan intentó no apartar la mirada. No quería lastimar a Felix, por eso tenía que recordarle lo que hizo en un pasado, la persona que era y de la que no se podía despegar. Chan había lastimado antes, no era una buena persona, era una persona que simplemente intentaba ayudar. Alguien que no conocía las consecuencias porque era demasiado estúpido como para pensarlas. Cuando Felix bajó su mirada él también lo hizo.

                     
—Chan, yo no soy Jeongin.
                   

Ah.
                   

Ah...

                     
—Nunca dije que lo fueras.— Se apresuró a decir. —Ah... demonios, parezco un obsesionado con mi ex, lo siento, no quería dar a entender eso, tu no eres Jeogin ni quiero que lo seas, ni siquiera se parecen. ¡Sé que eres Felix! ¡Yo...!

                     
Felix le cubrió la boca con una mano y Chan abrió los ojos de sorpresa ¿Cuándo se había acercado? Bien, olió el característico aroma del omega y se tambaleó un poco sin comprender la extraña atmosfera alrededor.

                     
—Yo no soy Jeongin, y tú no eres Hyunjin .— Dijo Felix con la voz suave para despues tomar su mano. —Chan... tienes que solt...— Esta vez fue Chan quien colocó su mano sobre la boca del omega.

                     
Hubo silencio, y Felix no terminó su frase.

                                 

 Hold  [Chanlix] Where stories live. Discover now