//Chapitre 42//

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Caline Bustier entraba al salón de clases después de haber sido restituida gracias a las conexiones de la que hasta hace un día, era su superior.

Los aplausos de sus estudiantes la hicieron volver a la realidad, estaba donde siempre soño estar desde que era una niña, pero hoy, ese lugar ya no se sentía especial. La mujer sonrió forzadamente mientras sentía un gran vacío en su interior.

La clase comenzó y los ojos de la maestra se posaron el heredero del apellido Agreste, y ante eso, no pudo evitar pensar en su padre, mientras leía los párrafos del libro de Literatura, aquel hombre reacio pero a la vez cariñoso, que la hizo suya una noche en aquel avión.

Después de terminar la clase se sentó en su escritorio a pensar, ahora, odiaba su trabajo, había descubierto un nuevo mundo y aquella tirana enfundada en traje ejecutivo negro, se lo había arrebatado en un abrir y cerrar de ojos.

Y como si fuera parte de una invocación, aquel rechinido que la empezaba a caracterizar, se comenzó a oír, la pelirroja levantó la mirada y ahí estaba ella, sonriendole al rubio quien se la había encontrado en la entrada del salón, algo alcanzó a oír, pero no le encontró sentido, luego, ella borró la sonrisa y entro en el lugar.

─Bustier, me alegra verla dónde pertenece─ se para frente al escritorio

─Aqui no debo respetarla, no me busqué.

─¿Acaso no pertenece aquí?─ mira a su alrededor ─Pense que le gustaba su trabajó

─¿Que quiere?.

─Bueno, olvidó algunas cosas en la mansión, vine a traerlas─ eleva una bolsa de papel madera color negra, la cual la mujer no se había percatado que ella traía consigo ─Anotadores, bolígrafos, una foto suya con una niña que quedó adornando mi escritorio, y la ropa que mencione la última vez que hablamos coherentemente─ extiende la bolsa

─La que había en el avión. . .

─La misma─ Caline toma la bolsa ─No preguntaré, tranquila

─Creo que es obvio─ replicó

─No creo que está vez salga con vida si se anima a tocarme señorita Bustier, no tire de mi lengua, ya no estoy limitada a lanzar almohadas─ sonríe

─¿Envidia señorita Sancoeur?.

─¿De que?, ¿de una noche por la cual el señor Agreste está tremendamente arrepentido, tanto que la quiso despedir antes de tiempo; o de su espléndida vida como maestra?.

─Mentiras, solo eso sabe decir, como cuando le promete cenas a Adrien con su padre que jamás van a pasar.

─No lo traiga a colación, es un golpe bajo, ¿acaso no se sabe defender?─ toca el escritorio con sus manos ─Quedese tranquila señorita Bustier a partir de ahora ni usted ni yo nos vamos a volver a ver, no hace falta seguir con las agresiones

─Usted empezó.

─Solo vine a traer lo suyo, ¿prefería que lo tire?, no soy tan desalmada.

─Usted no tiene corazón, es altamente desalmada, ¿a qué vino en realidad?.

─No vine con ninguna segunda intensión.

─¿Y entonces porque habla de la ropa, o de lo que el señor Agreste se supone que dijo?.

─Usted dijo que era obvia la razón de haber encontrado esa ropa, yo solo señale lo obvio del contexto, se topo con un borracho solo eso.

─Los borrachos dicen la verdad, y estoy segura que cuando el señor Agreste me pidió ser su mujer, lo decía enserio.

Nathalie sintió una presión en el centro de su pecho, casi tiene un nuevo ataque de tos, pero decidió mantener la compostura, por nada en el mundo iba a mostrarse débil frente a ella.

─Tan enserio que usted es la maestra otra vez─ levanta sus manos y da un paso hacia atrás ─Lo bueno de todo esto es que podemos ser sinceras sin tener que soportarnos, después de todo la única que continúa en la mansión soy yo─ se gira y se encamina a la puerta

─¡Ere una maldita Nathalie Sancoeur!─ grito llena de cólera

La de mecha roja sonrió y siguió su camino, había ganado la contienda, logro sacar de sus cabales a la modosa de Bustier sin siquiera flaquear.

Por su parte la pelirroja se desmoronó, y comenzó a llorar, se pensaba que otra vez había sido especial para alguien, pero por segunda vez, un hombre la usaba y la descartaba, quería terminar con ese ciclo, pero todo parecía indicar que no podía, estaba destinada a enamorarse y perder en el intentó.

A todo esto, la Sancoeur había regresado a la mansión, dejo sus cosas sobre una mesa que había cerca de la entrada y luego fue hasta el atelier, entro, llamando la atención de su jefe quien la siguió con su vista hasta que se sento.

─¿Todo bien en el François?─ pregunto curioso

─De maravilla señor─ decidió por esta vez ignorar las acusaciones de Caline y no generar un conflicto con su jefe

─Esa fotografía debía ser muy importante para Caline, que bueno que fuiste a entregársela. . .aunque siento que no debiste molestarte, pudimos enviar un recado.

─Sentí que debía despedirme de la señorita Bustier, no fui muy amable con ella, y este gestó lo cambio todo.

─Eso me agrada de ti. . .siempre piensas en el otro─ sonríe

─No exageré señor, no hice nada del otro mundo─ enciende la computadora y empieza a realizar unos balances

─Pero te molestaste en ir, podrías haber enviado a Gorilla o usar el correo.

─Lo use como excusa para salir, por favor basta de halagarme.

─Como quieras, pero déjame admirarte un poco, haces tanto, que siento que no podría pagarte todas las preocupaciones que te tomas.

─Me gusta mi trabajo, no sé preocupe por nada. . .y si quiere pagarme con algo, estoy dispuesta a darle una sugerencia.

─Te escuchó.

─¿Podría cenar con Adrien está noche?.

─Claro. . .reserva afuera, como tú dices, tanto tiempo aquí podría hacerle mal.

─Muy bien señor, se lo agradezco.

─Mesa para tres por supuesto─ ella lo mira ─Es tu paga, tienes que estar ahí─ medio sonríe

─¿Seguro?, prefiero que sea algo más de padre e hijo.

─A él le encantará que estés con nosotros.

─Ire entonces.

Gabriel sonrió ampliamente y ella tomo el teléfono que había en su escritorio para llamar al restaurante y reservar una mesa. Hoy, podría ser la noche que lo cambiara todo.

Miraculous: Demasiado PequeñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora