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— ¿Es verdad lo de los rusos? — debía preguntarlo.

— Zoe por Dios no perdamos tiempo, tengo el auto y el Jet listo.

— Pero qué ¿A donde iremos? — pregunté intentando entender todo.

— Zoe no perdamos tiempo por favor.

— ¿Y que hago con Alec? — pregunté un poco desesperada.

— Es tu amor, es tu problema — rodé mis ojos y salí de la habitación.

— Alec gracias por tu ayuda pero ya Matt se quedará a cuidarme.

— Si lo imaginé, no olvides tus medicamentos de lo contrario no habrá servido de nada la pastilla — advirtió.

— No, descuida yo me encargo de eso — salió y agradecí que no hiciera preguntas.

Volví a la habitación y encontré a Matt colgando el teléfono y guardando mis documentos.

— Dime ¿cómo salimos de aquí? — pregunté y las luces se apagaron.

— Solo sígueme — tomó mi mano y me llevó hasta no se donde no podía distinguir mucho de lo que veía.

Las luces volvieron y Matt cerraba una puerta de habitación, seguimos en el edificio.

— Pero ¿qué? Seguimos en el edificio.

— No hagas ruido eso solo fue para entretenerlos, en este momento ya deben estar en tu departamento — cada vez me confunde más.

— Y ¿que se supone que haremos? — Matt puso su mano en mi boca.

— Si no haces silencio no podremos hacer nada, solo sígueme cuando sea el momento — la puerta se abrió y me puse inmediatamente detrás de él era un mesero y una mucama.

— Todo listo jefe — dijo el hombre y comprendí que Matt estuviera tranquilo con su entrada.

Matt lanzó los disfraces, nos cambiamos rápidamente, volvió a llamar y salimos tomados de la mano.

Llegamos hasta el auto y pudimos deshacernos de las pelucas.

— Acelera que tenemos compañía — dijo Matt para que el chófer inmediatamente acelerara.

— Cambia la dirección.

— Cambiaremos de auto en el siguiente semáforo — pero Matt se ha vuelto loco.

— Matt no, ya entregame de una vez y te deshaces de los rusos — me observó y tomo mi mano, ni cuenta me había dado que habíamos llegado hasta el semáforo.

Me solté de su agarre.

— Ya déjame aquí — me cargó entre sus brazos — ¡sueltame Matt! — me bajó e inmediatamente a empujones entré en el auto.

— Pero es que ¿tu te estas volviendo loca? — pregunto molesto.

— Si tanto me desprecias ¿porque me sigues cuidando? — me observó y no respondió nada, siguió manejando a toda velocidad.

Llegamos hasta una pista donde estaba el Jet esperándonos.

— ¿Qué hace tu puta barata aquí? — pregunté refiriendome a Verónica.

— Zoe siéntate y abrochate el cinturón debemos irnos — me crucé de brazos.

— No iré en el mismo Jet que tu zorra — Matt se acercó a mi.

— No me obligues a sentarte y abrocharte el cinturón a la fuerza — enarque mi ceja.

— Tu lo pediste — me tomó entre sus brazos y con ayuda de sus hombres lo lograron.

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