7. Casi

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El viernes ya había legado y parecía que con el paso de la semana, la normalidad volvía a su vida. Desde que tuvo esa conversación con Victoria sobre aquel beso, la pelirroja se había pasado todas las tardes en casa de Eva preparándose para el examen de Geografía que habían tenido esa misma mañana.

Aunque Eva pensó que sería incómodo volver a esa pequeña rutina de estudio que tenía con su mejor amiga, esa en la que las dos se encerraban en su habitación y dejaba de existir el mundo exterior, porque sólo estaban ellas y la confianza de poder ser tu misma con la persona que más sientes que puedes ser tú misma.

Pero no, porque con Victoria, pasara lo que pasara, siempre podían ser ellas mismas, y Eva sintió cómo parecía que, al fin y al cabo, su amistad no se había roto. Habían pasado un bache del que la pelirroja parecía haber puesto un punto y aparte, ¿y Eva? Ella simplemente prefería no pensarlo, porque aún no sabía si quería olvidarlo o no. Su cabeza seguía siendo un lío, así que su decisión fue no decidir.

Porque si, todo volvía a la normalidad, así que quizás fuera más fácil olvidar lo que pasó. Sólo si no fuera porque la otra parte de la rutina con Victoria, esa en la que cuando acababan de estudiar se tumbaban juntas en la cama para ver una película, a veces le provocaba un tirón de estómago. No siempre, la mayoría de las veces se sentía muy a gusto abrazada a ella como si nada hubiera cambiado, excepto si sus manos se rozaban sin querer, si sonrisa de la pelirroja sacaba esos hoyuelos que tanto le gustaban o si sus ojos viajaban a los labios de Victoria.

Sólo era cuestión de tiempo que aquella sensación de calidez en el pecho se le pasara, y si, quizás sabía que existía el riesgo de que jamás se le pasara, pero es que tampoco podía ignorar que no era por la única persona por la que su corazón decidía acelerarse.

Porque ahí estaba Eva ese viernes por la tarde, mirándose al espejo con nerviosismo después de haberse probado mil conjuntos porque, seguramente, no quedaba ni una prenda en su armario por probarse, esperando a que Manolín y Hana llegaran a su casa para hacer aquel trabajo.

Era cierto que se había admitido a sí misma que Hana era una persona con la que le gustaría pasar más el tiempo, sobre todo si era besándola, pero después de aquella noche con Victoria, ya no estaba tan segura.

Aun así, estaba nerviosa por verla y no podía ignorarlo ni mentirse a sí misma. Le seguía gustando, a pesar de no estar segura de sí era buena idea seguir con el tonteo.

Quizás tenía que esperar a que su amistad con Victoria volviera a la total normalidad antes de intentar nada con Hana.

Quizás tenía que esperar a que su amistad con Victoria dejara de ser sólo amistad, antes de arruinar las cosas por intentar algo con Hana.

Para la suerte de su salud mental y el lío de su corazón, el timbre de la puerta sonó haciendo que Eva mirara el reloj extrañada por que sonara media hora antes de la hora a la que habían quedado. Seguramente sería Manolín para poder estar un rato solos y poder cotillear sobre Victoria, a pesar de que ya le había contado la conversación que tuvieron.

Se alisó por última vez su camiseta frente al espejo y se dirigió hacia la entrada de la casa, pero para su sorpresa, al abrir la puerta no encontró a la persona que esperaba, y su corazón volvió a hacer de las suyas.

– Ey.

Hana iba con su ropa habitual, nada diferente, así que entendía porqué esta vez, al verla, su corazón latía con más fuerza. Quizás sería porque estaban en su casa. A solas.

– Ey. – respondió Eva con una sonrisa tonta.

Siguió mirándola y Hana le respondió con otra sonrisa, y aunque al principio fue algo más dulce de lo habitual, volvió a ser tan pícara como siempre.

Seremos nuestro refugio (#2)Where stories live. Discover now