25. The Edge Of Glory

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Se paró delante de la puerta de Hana con su mochila en la espalda y cogió aire antes de tocar el timbre. Había salido de casa con ropa informal porque la versión oficial para sus madres es que iba a hacer un trabajo con Hana y de paso se quedaría a dormir, prometiendo eso sí, no faltar al día siguiente al instituto.

Se sintió mal mintiéndoles, era la primera vez que lo hacía de esa manera, pero más le dolía a ella esa mirada de desaprobación que había puesto Amelia antes de salir. Su madre no paraba de decirle que estaba de acuerdo con su relación y que la apoyaba, pero su cara siempre decía lo contrario. Eva ya no sabía a quien creer, si a sus ojos o a sus palabras.

Desechó ese nudo que se le formaba cada vez que pensaba en ello, porque lo único de lo que se quería preocupar esa noche era de disfrutar y pasarlo bien, y no sólo por ella misma, sino porque sentía que se lo debía a Hana. Le debía que esa noche en su mente no hubiera nada más que no fuera ella.

Eva se pasaba las tardes con Victoria en su habitación, estudiando, cada una con sus cosas o simplemente tumbadas y besándose y se sentía tan lógico, encajaban tan bien, porque se sentía increíblemente cómoda con ella. Conocía a Victoria mejor de lo que se conocía a sí misma, sin embargo, a Hana no. De Hana no sabía ni cuándo era su cumpleaños.

En realidad, sabía que una de las cosas más bonitas de empezar una historia con alguien es ir descubriendo poco a poco a esa persona. Sus gustos, sus miedos, todas sus capas, y estaba deseando hacerlo. Sabía que no sería fácil, y no sólo porque en comparación con Victoria y su amistad construida de años, sino porque Hana era hermética. Había dejado caer pocas veces ese muro con el que parecía protegerse, pero cuando lo había hecho, Eva había descubierto a una persona dulce, cariñosa, nada que ver con la imagen de chica dura que siempre quería dar.

Se moría de ganas por conocerla y sabía que esa noche era la oportunidad perfecta de conseguir que Hana fuera ella misma.

Tocó de una vez el timbre de la puerta y Hana no tardó en abrirle. Estaba guapísima, con unos pantalones de cuero ajustados y una blusa negra bastante transparente que dejaba poco para la imaginación. La esperaba con una sonrisa, pero Hana no le dio tiempo ni de saludarla porque Eva ya le había cubierto los labios con los suyos. Fue imposible resistirse.

– Hola. – le susurró contra su boca antes de despegarse totalmente.

Pero Hana no respondió porque se quedó sin habla, así que simplemente se hizo a un lado para dejarle entrar con esa sonrisa que ahora era mucho más amplia.

– ¿Dónde puedo cambiarme?

– ¿Por qué no has venido directamente vestida para salir?

– Porque les he dicho a mis madres que venía a estudiar, creo que habrían sospechado si me hubieran visto salir con esta ropa. – dijo alzando su mochila.

– Sí, quizás sí. – rio Hana. – Anda, ven conmigo.

La siguió a su habitación y en cuanto entraron, un cosquilleo atravesó a Eva como un rayo. Sabía perfectamente antes de ir que dormirían juntas, pero ahora ver esa cama lo hacía más real.

Sólo había estado una vez en esa habitación, cuando se quedó a dormir junto a Victoria la noche de Halloween, pero en ningún momento tuvo la oportunidad de estudiar la estancia. No estaba muy decorada, se notaba que era de alquiler, un sitio de paso, pero aun así se notaba la esencia de Hana. Y su olor.

Una zona concreta llamó su atención, porque en una de las baldas de la estantería había un par de marcos de fotos. Se dirigió hacia ahí algo insegura, como si estuviera invadiendo su intimidad, que mirarlas era ver una parte de Hana que desconocía, y que no estaba muy segura de si la pelinegra querría que mirase. Pero siguió su camino cuando se dio cuenta de que Hana estaba junto a ella sin decir nada, siendo esa su forma de estar de acuerdo con aquello.

Seremos nuestro refugio (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora