15. Corazón dividido

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A diferencia del día anterior, esa mañana Eva no se despertó con una sonrisa enorme dibujada en la cara, sino con una punzada en el pecho cada vez que recordaba las dos noches anteriores. No porque se arrepintiera, sino por todo lo contrario, porque las quería revivir una y otra vez durante toda su vida, y eso le estaba provocando un placer culpable que estaba llegando a sus límites. Porque esas dos noches lo habían cambiado todo y no habían hecho más que confirmarle lo que ya sospechaba.

Eva había estado confusa, muy confusa, pero ahora que sus labios y corazón habían sido correspondido por ambas ya no había confusión. Estaba segura de lo que quiera, las quería a ambas y eso sólo hacía sentirse peor por dos motivos.

El primero es que Eva huía siempre en la dirección contraria a todo lo que significara romance o cualquier otro lazo que la atara a alguien, pero es que por mucho que intentara negárselo ya era imposible. Ese sentimiento estaba ahí por mucho que no quisiera.

El segundo de los motivos era aún peor, porque lo de desarrollar sentimientos profundos por mucho que no quisiera era una crónica de muerte anunciada, algo que estaba escrito en todas las películas clichés que existían sobre el amor, pero es que lo segundo... El segundo motivo no era un tópico ni había películas basadas en ese tipo de amor. El segundo motivo no lo comprendía, no estaba definido, no era "normal".

Porque, aunque a ella le pareciera simple y lógico no lo era, no era normal querer a dos personas a la vez. Bastante malo era saber que quería estar con una persona como para querer estar con dos, pero es que ya no podía ocultarlo más en ese rincón de su interior, porque esa sensación se había expandido hasta el último átomo de su cuerpo. Como el polvo de estrellas. Como el sonido del rock.

Cuando estaba con Hana se sentía imparable, ella le despertaba cada uno de los átomos de su cuerpo. La hacía sentir viva hasta el punto de crear un sexto sentido sólo para ella, ese sentido que le hacía tocar el cielo. Con Hana, todo su mundo se tambaleaba, sin embargo, en cuanto sus labios rozaban los suyos, bastaba para pausar todo aquel terremoto.

Y Victoria... Victoria siempre había sido su lugar seguro, sus brazos era donde siempre se había refugiado, la que conocía cada uno de sus secretos, de sus gestos, de sus pensamientos incluso antes que pasaran por su cabeza. Victoria era su red, su ancla, su hogar. Si embargo, cuando cubría su boca era como si pulsase un botón rojo que hacía explotar su mundo, haciéndola temblar en cuerpo y alma.

Cuando besaba a Hana, su cabeza y su corazón iba tan rápido que no tenía tiempo de pensar, sólo quería más y más de ella, y nunca separarse.

Cuando besaba a Victoria, sin embargo, el tiempo tenía el efecto contrario. Se detenía para permitirle disfrutar hasta el más mínimo detalle sobre ella.

Eran dos sensaciones que para ella encajaban juntas y que, sin una, su interior estaría algo vacío.

Suspiró y miró su móvil aún en la oscuridad de su habitación. No era temprano pero tampoco tarde, aun así, sabía que tenía que salir de una vez de su cama.

No tenía ningún mensaje de ellas, cosa que la alivió y desilusionó a partes iguales, y como era domingo y sabía el interrogatorio que le esperaría a la hora de la comida, prefirió su móvil y advertir que estaba al borde del precipicio y no quería estallar delante de todos.


Eva
Antes de me acorrales después en casa de los abuelos quiero que sepas que sí, que las quedadas de este fin de semana me han ayudado para saber qué siento por ellas, pero eso no ha mejorado nada. De hecho lo ha empeorado.
Así que, por favor, no me preguntes porque sólo quiero olvidar y despejarme. Dejar de pensar.



Seremos nuestro refugio (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora