IMPERIO 75.

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De nuevo he olvidado lo que es dormir. Sí, seguimos teniendo ayuda, no estamos completamente solos como los primeros días de Samadhi, pero aun así es difícil tener a una recién nacida en casa que depende de los pechos de su madre. De nuevo una preciosa bebé me está privando de ellos.

De verdad amo a mis hijas, aunque me vuelvan loco, pero odio que no me dejen dormir. Con Samadhi al menos fue un poco más ''fácil'', pues era nuestra única bebé, pero ahora con Addie además de tener una enorme responsabilidad con ella también la tenemos con Samadhi. Odio que tenga que ir al puto colegio.

— ¿Para qué tenemos seguridad sino los podemos enviar al colegio por nuestra hija? — Me quejo.

— Sabes perfectamente que a Samadhi no le gusta y Rachel no irá por las niñas hasta una hora después.

Quisieron entrar a no sé qué clase extra en el colegio y algunos días a la semana salen una hora después. Samadhi no quiso entrar a ninguna así que tengo que ir por ella.

— Amor, acabo de dar a luz. — Me recuerda lo obvio. — Ve por ella. Ni siquiera tienes que bajar del auto, solamente esperarla.

Sigue caminando como pingüino, es obvio que aún le duele y la bebé que tiene su pequeña boquita alrededor de mi parte favorita del cuerpo de su madre es la culpable.

— Tú tienes la culpa de que esa niña sea un monstruo. — Se ríe y les doy un beso antes de tomar mis cosas para ir por Samadhi.

— ¡Te amo! — Exclama cuando salgo.

— Más te vale. — Escucho que se ríe.

Lo que más odio de venir por mi hija es tener que hacer la estúpida fila frente al colegio, Hats lo dice de manera fácil, que solo es esperar, pero debo esperar mucho tiempo, porque los demás papás tienen una lógica distinta a la mía. Ellos prefieren llegar primero, que no haya muchos autos y así no hacer esperar a sus hijos.

Mi lógica es todo lo contrario: no me importa que mis hijas esperen y por eso llego tarde y ya no hay tantos autos. Hats y Rachel son como los primeros papás, siempre están en la fila incluso antes de que sea la hora de salida.

— Hola papi. — Me da un beso, pero por cómo me mira sé que me va a pedir algo. — Tienes que entrar a firmar algo.

— ¿Para qué? — Le suelto con molestia.

Siempre nos hacen firmar cosas estúpidas, no lo entiendo. Quieren una autorización firmada incluso para que mis hijas respiren el oxígeno del colegio.

— No sé papi. — Se encoge de hombros. — Pero tenemos que ir.

Esto me lo va a pagar Hats, ella es la presidenta de la sociedad de padres, obvio lo sabía. Yo solo espero que no me quiera usar de suplente en sus estúpidas reuniones ahora que acaba de dar a luz.

Mientras entro al estacionamiento lo único que hago es pensar en por qué carajo mis hijas estudian en este colegio, yo lo odiaba. Y aun no olvido el problema que tuvimos hace un par de meses con mis hijas que dejaron calva a otra niña. Sonrío al recordarlo.

— Buenas tardes señores y señoras. — Odio la voz de la estúpida maestra de mis hijas.

— ¿A dónde vas? — Le pregunto a Samadhi cuando suelta mi mano.

— Voy por Amy. — Señala a una niña pelirroja que está tomando la mano de una mujer.

Esa niña se llama Amairany y es amiga de mi hija. Conozco a su madre así que esa mujer no sé quién es.

Quiero golpear a otra mujer que le está preguntando a la maestra sobre su hijo. Esto no es una reunión de padres. Las odio a todas. Incluso a mi hija cuando se acerca con esa niña y la mujer que la acompaña.

AIDAN. (Imperio #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora