Capítulo 8: Lugares Escondidos

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Zyan Lémieux

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Zyan Lémieux

Vi la silueta tan pequeña de Mía y el corazón como que se me derritió otro poco. Así, usando tenis blancos impecables, se veía aún más pequeña. Tenía lentes de sol y un semblante relajado mientras tomaba su café y veía su teléfono.

Era una trabajadora compulsiva y sinsentido y nadie iba a convencerme de lo contrario.

Yo ya me había cambiado a unos jeans negros y un sweater de cuello alto gris. Estaba preparadísimo para pasar una tarde con Mía Rough.

Caminé con pasos lentos hasta situarme a su espalda. No lo hice por chismoso, pero no pude evitar mirar su teléfono.

Mi sorpresa fue notar que estaba stalkeándome.

Mía Rough me estaba stalkeando.

Zyan 1 – Mía 0

—No sabía que fueses tan curiosa, Ma douce.

Su cuerpo completo se tensó y me alegró tener un primerísimo primer plano de ello. No tenía que avergonzarse de absolutamente nada, menos frente a mí. Esperaba que de alguna forma ella comprendiera eso. Tal vez en el futuro. Mi parte idiota quería creer que era porque yo le importaba que ella estaba revisando mis redes sociales, pero mi parte racional -y tal vez la más acertada y racional- sabía que lo estaba haciendo porque la posibilidad de trabajar conmigo estaba aún sobre la mesa.

—Estaba revisando tu perfil porque...

—Sí, bueno. Eso lo noté— sonreí. Mi parte impulsiva comenzó a tratar de molestarla y no se arrepentía de eso. Su ceño -ese delicioso ceño- comenzó a formarse en su rostro.

Ayúdame, Dios.

—Voy a trabajar contigo. Es importante que sepa quién eres.

Ouch.

Zyan 1 - Mía 1

—Bueno, puedes preguntarme esas cosas que quieres saber.

Resopló, echándose hacia adelante y levantándose por fin de la silla. Tuve que retroceder y salir de su espacio personal.

—¿Ah, sí?— comenzó. —Para que salgas con respuestas absurdas.

—Yo no digo cosas absurdas— refuté.

—Sí, sí...

—Sí— terminé.

Suspiró fuerte y miró a la silla vacía del otro lado. Entendí la señal.

—La silla está muy lejos— Acoté.

Resopló de nuevo.

—Está donde debe estar.

Eso me puso triste.

Alguien se acercó y lo reconocí de inmediato. Era Jacob, el gerente del lugar. Era un buen tipo y me caía increíble. Hablaba muchas veces al día con él. No había podido dejar de frecuentar este lugar desde que había conocido a Mía.

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