Capítulo 14: París

2.2K 275 37
                                    



Mía Alexandra Rough

Si los paisajes parisinos eran un espectáculo así, en la noche, no podía imaginar lo bonito que se vería todo a la luz del día.

Desde que habíamos salido del aeropuerto, yo no había parado de ver todo con detalle desde mi ventana.

Las luces alumbraban todo de una forma bonita. La vida nocturna era abundante, preciosa, llena de sonrisas y miradas fogosas. Lo notaba incluso yendo a la velocidad que íbamos, pero está se iba apagando un poco a medida de salíamos y nos dirigíamos a las afueras de la ciudad.

Zyan iba comentando todo, cada sitio o lugar que consideraba importante, con una mezcla de orgullo, apreciación y emoción.

Y, de nuevo, su francés era precioso.

Pronto comenzó a indicarle al señor cómo llegar a dónde íbamos, o eso supuse. No entendía nada el francés.

Debía comenzar a estudiar. No me gustaba no saber que le estaba diciendo.

Je veux qu'elle soit ma femme— le dijo sonriendo mientras nos deteníamos en una fachada preciosa, un portón muy alto y negro, de acabado industrial. No podía verlo a detalle, lamentablemente. Lo apreciaría mejor en la mañana. El señor le sonrió y bajamos del auto.

bonne chance, copain.

Nos entregó las maletas y con una sonrisa, se despidió de nosotros.

—¿Qué le dijiste?

Sonrió. Sus hoyuelos salieron a flote de nuevo.

—Le dije verdades, Morena. ¿Cuándo no estoy diciendo verdades?

Resoplé.

—¿Es tu casa?— pregunté. Me miró con orgullo y asintió.

—Lo es. Amo mi casa. Mi madre y mi padre viven aquí mientras no estoy. Ella está muy emocionada.

Comencé a ponerme nerviosa y eso era completamente ridículo y estúpido.

Odiaba que me pusiera en estas situaciones.

—¿Tus padres hablan inglés?

Asintió. El portón se abrió y él y yo caminamos por un sendero amplio y elegante hacia la espectacular casa.

Casi abría la boca de la impresión.

—Lo hablan perfectamente, no te preocupes. Traduciré para ti cualquier cosa que digan en francés.

Lo miré con incredulidad. —¿Como lo hiciste con el conductor?

Soltó una carcajada. —Es que estaba muy a gusto y si me paraba a traducir, probablemente nunca me dieras un beso hoy. Aún estoy esperando, ¿sabes?

Negué. —No va a pasar. Incluso, esto es un favor que te pido. Por favor, permíteme retirarme temprano. No quiero ser grosera con tus padres, pero necesito descansar un poco antes de que tengamos la reunión mañana. Se tú el que lo hable.

Asintió y formó una media sonrisa.

—Me gusta cuando eres práctica y racional. Cuando hablas con autoridad, me pareces preciosa. Me pareces preciosa todo el tiempo, pero... creo que me fascinan estos instantes.

Por Dios.

Me flaquearon las piernas un segundo. Me tropecé.

—Cuidado, Morena. Te tengo— me rodeó con los brazos.

"Te Tengo".

Vaya verdad tan grande.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
LA ESPECIALIDAD DEL CHEF Donde viven las historias. Descúbrelo ahora