▪️22▪️

740 48 8
                                    

Otro maldito día en esta maldita vida

Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.

Otro maldito día en esta maldita vida.

—¿Lista para salir de excursión? —vi a Daryl junto al baño colocandose su chaleco.
—¿Y tú? —terminé de abrochar mi pantalón.

Pasaron dos semanas y media desde la masacre ocurrida en Alexandria. En estos días trabajamos en la expansión y la reconstrucción de la muralla. Durante ese lapso, también me di cuenta de que me siento algo atraída por el arquero, y el sentimiento es mutuo, aunque él no lo exprese.
Dormimos juntos casi siempre y tenemos sexo algunas veces que salimos de excursión.

Hoy, por ejemplo, iremos en busca de suministros. Algunos nos habían dado cosas como prioridad, entre ellas, preservativos porque Dixon no acostumbra a sacarlos y un bebé en estos tiempos no es algo que está en mis planes.

—Marque algunos lugares de suministros en las zonas —nos detuvimos en la entrada donde Eugine le tendió una hoja a Daryl, ya que yo soy la piloto— aunque ya no quede nada, estoy seguro de que no tocaron el sorgo. Ese es un grano menospreciado que lo cambiaría a perdurable, tolerante a la sequía, bien rendimiento y es la envidia de los demás granos. Piensenlo bien.
—Gracias.
—Está bien —al irnos, él cerró la reja.

Coloqué un disco en el reproductor el cuál tocaba música de los 80's a lo que Daryl negó, y me subí el volumen cantando la canción. Él sonrió levemente mientras tocaba con su mano el ritmo de la batería en el volante.
De camino a un condado, a lo lejos, observé una granja que decía "Sorgo" por lo que frene y regresamos. Conduje en línea recta hasta aparcar el auto.

Daryl abrió una cortina metálica y yo revise que no hubiera un caminante. Adentro del lugar hay un camión y, si está lleno, sería un gran tesoro.

—Está abierto —dijo él.
—Bien, te cubro —él lo abrió y casi se me sale un grito de la emoción al verlo repleto de comida.
—¿Suerte o casualidad?
—No lo sé, pero es lo más jodidamente bueno de este día.
—Hay que encenderlo y volver. Luego venimos por el auto —asentí. Ahora él condujo y tomamos otra ruta que nos llevó a una gasolinera. Daryl entro a la tienda de servicio mientras yo verificaba los tanques.

—Mira esto —observó un expendedor de sodas— ayúdame a abrirlo.

Intentamos darle la vuelta, pero al ser de puro hierro, esta cosa pesa cientos de kilos.

—Espera, tengo una idea —él consiguió una cadena y la amarró a la máquina, con ayuda del camión le dió la vuelta y pudimos revisarlo por dentro.
—¿Llevarás una fiesta?
—Es un encargo —asentí y de pronto un sujeto nos empujó a ambos, a lo que sacamos nuestras armas.
—Hola —dijo él.
—Atrás, ahora.
—No bajes tus manos.
—Calma, señores. Sólo huía de los muertos.
—¿Señora? —¿así le llamó este hijo de...
—¿Cuántos son?
—Diez o un poco más. No me arriesgaré. Cuando hablamos de dos cifras o más empiezo a correr.
—¿Dónde?
—Casi a un kilómetro. Están viniendo para acá. Tendrán unos 11 minutos.
—Ok, gracias por avisar —baje mi arma sin bajar la guardia.
—Si, ellos son más que nosotros. Hay que permanecer unidos ¿no?

Daryl bajó su arma, pero también con desconfianza.

—¿Tienen un campamento?
—No.
—¿Y tú?
—No. Lamento haberme chocado. Mejor me voy. Si este es el nuevo mundo espero que los trate bien.
—Soy Hope, y él es Daryl. ¿Tu nombre?
—Paul Rhobia —dijo bajando la cubierta de su rostro— pero mis amigos me decían Jesús. Ustedes deciden.
—Dijiste que no tenías campamento. ¿Estás sólo?
—Si, pero igual, es mejor no arriesgarse.
—Mejor no hacer amenazas que no puedes cumplir.
—Cierto —el sujeto se fue lo que me pareció muy raro. Segundos después oímos ruidos, como disparos, y Daryl corrió, pero cuando iba a seguirlo, el mismo tipo corrió hacia el camión.
—¡Hey, no! —corrí hacia él y le apunte— ni lo pienses.
—Lo siento, no golpeo mujeres, y menos si son bellas —de un movimiento me quitó el arma y la lanzó. Intenté golpearlo, pero terminé en el suelo y arrancó yéndose.
—¡Maldito! —me puse de pie y levanté mi arma.
—¿Estás bien?
—Dijo que no golpeaba mujeres.
—Idiota.
—Hay que seguirlo. Es la única manera de no perder el rastro.
—Bien —emprendimos el maratón hacia donde se había ido el camión y como un kilómetro y medio despues, de estar tan cansados, encontramos la máquina de sodas.
Daryl rompió el cristal y sacó un par.

—Pedido especial de la doctora —dijo enseñándome unas de toronja.
—Se merece más —bebí de la lata que me tendió, aunque no es de mi agrado la soda— salvó a Carl y a muchos.
—Nos sorprendió a todos —le di la lata para que bebiera lo último.
—Bien, sigamos.

Continuamos corriendo siguiendo la marca de los neumáticos. Creo que ni escapando de los caminantes había corrido tanto.

—Por aquí —doblamos en una calle y vimos las marcas frescas. Seguimos un poco más hasta que la observamos a lo lejos. Para que no nos viera llegar, fuimos por el bosque. Al parecer se le poncho una llanta y no pudo continuar.

Llegamos a Paul y Daryl lo atrapó por detrás mientras yo tomé las llaves. Vi por el espejo retrovisor como el castaño golpeaba al arquero así que fuí hacia él y se los quite de encima tirándolo al suelo, a lo que le apuntamos después.

—Esto terminó —un caminante apareció de atrás de él entre los matorrales.
—¿Tienen municiones si quiera? —ambos disparamos al mismo tiempo atinando a la cabeza del muerto— ok ¿Me dispararán por un camión?
—El camión tiene mucha comida, así qué... Quizá.

Atamos a "Jesús" y lo dejamos en el medio de la carretera. Fui al conducir y Daryl al copiloto. Celebramos con más soda por la victoria.

—¡Hasta la vista, imbécil!

—¡Hasta la vista, imbécil!

Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.

Amo a Paul, sin duda

𝗗𝗜𝗦𝗟𝗜𝗞𝗘; 𝖣𝖠𝖱𝖸𝖫 𝖣𝖨𝖷𝖮𝖭Onde histórias criam vida. Descubra agora