Siempre encontré interesante el mundo de los grandes proveedores de sustancias ilícitas, no para consumirlas; sino porque vivía una vida tan monótona que el hecho del pensar en sentir un poco de adrenalina, era música para mis oídos.
Así fue como un...
Los dos nos bajamos del auto consumidos en nuestros pensamientos, mi cuerpo empezó a doler nuevamente a lo que le indique a Aneas que me consiga cintas musculares.
Al entrar a la casa nos encontramos con los chicos sentados en los sillones del comedor con valijas a su costado. Antes de que pudiera preguntar Theo se levantó rápidamente para abrazarme.
- ¿Te duele algo? – pregunto preocupado.
- Un poco, pero es soportable - me separe del abrazo y mire confundida a las valijas – ¿No nos íbamos mañana? – me fui a sentar a uno de los sillones buscando a Emily con mi mirada.
- Mi madre recibió una llamada de Masashi apenas te fuiste y decidió adelantar las cosas, nos vamos en 1 hora – cerré los ojos y di un suspiro profundo, toda mi vida me prepare para lo que estaba por venir y tenía que calmarme para que mi ansiedad no se convierta en mi peor enemigo.
- ¿Ares y Emily? –
- Ambos se fueron a buscar algo a la casa de Emily junto con James, ¿no hay que ir a buscar nada a tu casa? – negué abriendo mis ojos y dirigiendo mi mirada a mi novio.
- No, tengo una casa en China – frote mi espalda baja para tratar de ayudar con el dolor – no lleven demasiada ropa porque dentro del campamento los van a obligar a ponerse ropa para entrenar todo el día – los chicos me asintieron y devolvieron la vista a sus celulares.
- Ya tengo lo que me pediste Prinkípissa – Aeneas me enseño un paquete blanco de papel en donde se encontraba mis cintas. Me pare para dirigirme a algún lugar mas privado con él.
- ¿A dónde vas? – Theo se paró rápidamente al ver nuestras intenciones de irnos juntos y le dio una mirada fulminante a mi compañero.
- Necesito que me aplique estas cintas para el dolor – tome el paquete y se lo mostré.
- Quiero acompañarlos – la risa que salió de Aneas me causo gracia.
- Miedo a que te la robe pequeña skatá – rodee los ojos ante el comentario de Aeneas.
- No empieces, no estoy como para soportar ninguna pelea de niños de kínder – con la mirada que le había dado a Aneas sabía que se iba a callar, o por lo menos eso pensé.
- Vamos – contesto secamente Theo y lo seguimos de camino a su habitación.
- Si querías hacer un trio solamente tenías que pedirlo bebe, no soy muy exigente – hablo Aneas al entrar a la habitación, y como no obtuvo respuesta siguió hablando – comenzamos nosotros Prinkípissa – me dio una sonrisa pervertida, di un suspiro y me sostuve la cien con mi mano derecha.
- Un comentario más y voy a suspenderte una vez que lleguemos a Harbin – no sé si fue mi mirada o la forma en lo que lo dije, pero esta vez sí logré quitarle la sonrisa que llevaba puesta. Me saque la remera y mi pantalón quedando en ropa interior para que pueda colocar la cinta en la mayor parte de mi cuerpo.