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Marrón

Los días siguientes fueron una tortura para cierto peliverde que cada vez quería estar más y más cerca del rubio que lo tenía hipnotizado.

Fue simple, sintió una necesidad y la cubriría a toda costa. Tomó su móvil y cuando aparentemente su cuarto y último día terminaría decidió enviar un mensaje, algo simple que si salía bien podría resolver el problema tan grande que tenía en su cabeza.

"¿Estás despierto?"

"Lo estoy."

"¿Te puedo ver?"

"No, ¿para qué?"

"Me gustaría que platicaramos."

"Por favor, solo cinco minutos."

"Te veo en diez minutos."

"¿Dónde?"

"Afuera de tu hotel, cerca de
la orilla."

No pensó que Katsuki aceptara. A decir verdad ni siquiera planeó de qué hablarían, solo quería verlo y disfrutar un poco de su compañía antes de que tuvieran que volver a su caótica vida. Solo eso, cinco minutos de solo ellos dos, sin esconderse y sin mentiras.

Se colocó sus sandalias y salió de la habitación rumbo al ascensor, a pesar de que no era tan tarde ya no había gente fuera de sus habitaciones y para su fortuna sus alumnos ya estaban guardados como los chicos responsables que eran. Presionó el botón del lobby y al llegar salió para ser impactado por el refrescante aire nocturno y ese peculiar olor a sal, miró al frente y la vista era sin duda una de las postales que guardaría con cariño para lo que vendría después.

Comenzó a bajar los pequeños escalones del hotel que conectaban directamente con la arena y al acercarse más notó que la silueta que lo esperaba ya había tomado asiento, mirando las olas que amenazaban con tocar la punta de sus dedos.

Era una vista preciosa, la luz de la luna brillaba reflejada en el cristal que era el mar. El cielo estaba despejado y ya no se encontraba gente que pudiera notar que estaban ahí. Caminó un poco más y tomó asiento al lado del rubio.

De a poco comenzó a sentir una nostalgia indescriptible, se sentía como un fracasado. Era un hombre solo, sin familia y sin un perro que lo recibiera al llegar a casa. Entonces miró al rubio y se sintió aún peor, Katsuki era un chico que pasaba casi todo el tiempo solo, se había acostumbrado a estar solo en casa y por su culpa ahora tuvo que lidiar con la soledad también en la escuela. Se sentía decaído, y se permitió pensar que era esa una de las razones por las que encajaban tan bien.

Las olas rompían en el mar con temerario estruendo, se arrastraban por la arena cual serpientes y arrastraban a su paso lo que fuera que tuvieran a la mano como si tan hambrientas estuviesen. Casi alcanzaban sus dedos, pero no los lograba tocar.

Entonces sus pensamientos fueron interrumpidos por el rubio que seguía mirando con devoción al océano.

— ¿De qué te gustaría hablar?

Parecía una pregunta sencilla para iniciar una conversación, pero simplemente no sabía de qué hablar. Solo quería mirarlo, se veía tan tranquilo y su piel blanca brillaba a la luz de la luna.

Teacher's pet || dekubakuTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang