CAPITULO VEINTICINCO

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CAPITULO VEINTICINCO. 

ANIMAGOS. 

Después del cumpleaños de Sirius, que habían decidido darle una sorpresa en Hogsmade, específicamente en cabeza de puerco con ayuda de Miranda, la chica apartó una mesa, le obsequió a Sirius un jarra de cerveza de mantequilla y James compró una cidra burbujeante para brindar, luego Sirius apagó las velas del pastel y todos lo abrazaron mientras cantaban ebrios, eso sucedió un sábado, y por supuesto, de despedida, Sirius y Miranda se besaron en uno de los baños, según contó el joven días después, ella le hizo una mamada, una de las mejores en su vida, Remus solo podía escucharlo relatar...

– Tiene una jodida garganta tan profunda – contó – y una lengua tan caliente, tiene mucha experiencia.

El licántropo solo podía seguir anotando falsamente cosas en su pergamino mientras Sirius seguía relatando su maldita experiencia sexual con una camarera en el baño de una taberna a la madrugada mientras ellos lo esperaban en el maldito pasadizo, pero todo se dejó pasar porqué era su cumpleaños. El quince de noviembre, Peter entró al cuarto un poco cabizbajo, normalmente siempre los saludaba con una sonrisa ancha y alegre, pero no había nada de eso.

– ¿Y a ti que te pasó? – preguntó Sirius, el azabache estaba limpiando minuciosamente su tocadiscos.

Eso alegra en secreto a Remus porqué sabía que una de las cosas más preciadas para Sirius era el tocadiscos que él le había obsequiado hace un par de años. Peter se sentó rendido en la cama de Remus que era la más cercana a la puerta.

– Dorcas me terminó – respondió.

James lo miró desde el alfeizar de la ventana donde lustraba su escoba para el próximo partido como capitán.

– Carajo, amigo – le dijo, afligido – Lo lamento, ¿Qué pasó?

Peter bajó los hombros – Dijo que ya no tenía tiempo para ella, que siempre estaba con ustedes y yo traté de explicarle que necesitaba dividirme, pero ni siquiera quiso escucharme.

Remus gateó por su cama hasta sentarse al lado de Peter y abrazarlo por los hombros, el joven se veía afectado, y es que él sabía que Peter había adquirido sentimientos muy fuertes por Dorcas.

– No te preocupes, Pet – Sirius se mostró serio – Peces en el océano hay bastantes, a demás, eso solo suena como una estúpida excusa para terminarte, no te sientas mal.

Remus lo miró furibundo – ¿Puedes tener un poco más de tacto, Sirius?

– No seas tan frágil, moony – replicó Sirius, fastidiado – Díganme si a ustedes no les suena eso como una excusa barata.

Remus y James se miraron, sabían que lo que Sirius decía era verdad por más cruel que eso sonara en ese momento, la excusa del tiempo era una verdadera estupidez, pero Peter ya se sentía lo suficiente mal.

– ¿Ustedes también lo creen, ¿no? – preguntó el joven.

Remus suspiró – Bueno, si... un poco, Pet.

– La verdad suena como una excusa para terminar – dijo James, con lastima–

El muchacho miró sus manos – Lo sé, yo también lo pensé...

– Entonces, no pienses en eso – dijo Sirius – Créeme, chicas buenas es de lo que está lleno el mundo, encontrarás a otra que te haga sentir mucho mejor.

Al menos, en esa parte, Sirius había acertado... Peter encontraría a otra persona que lo quisiera, siempre habrá alguien más, incluso Remus se tomó esas palabras un poco personales.

THE WOLF HOWLING AT THE STARS - WOLFSTAR.Where stories live. Discover now