💛💤Lazy Sacrifice💤💛

¿Casa?

Las miradas de todos los presentes se mostraron en blanco ante las palabras que Ryujin le regalaba a Karl bajo un manto de completa insensibilidad. ¿Qué es lo que había dicho? No lo entendían, ¿Cómo es que existía algo llamado ''Serafín Oscuro''? 

Una vez más, un silencio abrumador abrazó a todos en el lugar, mientras un cruel escalofrío recorría sus espaldas con una crueldad abominable. Sí, se daban cuenta de que en realidad no sabían casi nada de aquel al que querían mantener a su lado.

—¿Qué dices...?

La voz de Subaru tembló a las espaldas de Ryujin, quien tan solo echó su cabeza hacía atrás y le regaló una sonrisa de oreja a oreja que, podría jurar, mostraba ligeras manchas carmesíes... El color del sadismo expuesto.

Subaru se estremeció y dio un paso hacía atrás con cierto temor, ¿Era aquel el delicado pequeño al que había querido proteger desde el principio? Desde que aquella pluma dorada con dejes oscuros le fue dejada a su cargo con la primera aparición de Firno...

—Si eres Ryu... —Reiji tomó la palabra en el lugar, llamando la atención de los presentes—. ¿Entonces nos dirás lo que ocultas? La razón por la que le pediste a ese demonio que borrara tu memoria y la modificara.

Los orbes bicolor del medio mencionado rodaron hasta las hermosas perlas magenta de quien le dirigió la palabra sin mostrar temor alguno, pero su respuesta fue negativa. Bajo el movimiento de lado a lado por parte de su cabeza, Ryujin se negó rotundamente a responder, pero jamás dejó esa sonrisa alargada de lado.

Todos, extrañados por aquella silenciosa respuesta, dieron un paso hacia el chico, a excepción de Subaru que se había alejado tan solo un paso. Sin embargo, el aura oscura de su padre, Karl, los hizo detenerse antes de siquiera estar lo suficientemente cerca para tocar a Ryujin.

—No sé si eres lo que en verdad dices ser, pero si es el caso, eres mucho mejor de lo que pensé. —declaró el hombre de blancos cabellos largos—. Un Serafín Oscuro, una especie extraña de la que ni siquiera yo estaba al tanto. Si mi instinto no me falla... Eres único.

—Así es. —respondió Ryujin sin borrar aquella tétrica y juguetona sonrisa—. Pero no tienes el poder suficiente para manipular mi existencia. Sin embargo, yo si puedo hacerlo con la tuya... En realidad, con la de todos ustedes.

La mano de Ryujin viajó a las cercanías de sus labios, apenas tocando su labio inferior con su dedo índice mientras el corazón se hallaba rosando su barbilla con una clara mirada de superioridad que, si bien no se podía ver por el largo de su flequillo, se podía sentir bajo un aura imponente que causó total frustración y molestia en Karl, mientras que los otros; una vez más, se petrificaron ante aquello.

—Podría terminar con tu miserable vida en este momento y dejarle tu puesto al más adecuado de tus hijos, ¿Qué opinas, Karl~? —propuso con tono ligeramente coqueto, embriagador—. Ahora la pregunta es, ¿Te dejaré ir, o te mataré antes de obtener una respuest-

Su voz fue ahogada cuando sus ojos fueron cubiertos por la mano de cierta persona con un agradable y acogedor aroma... El aroma del sueño y la paz.

Ryujin se estremeció bajo aquel aroma y la cercanía de su espalda con el pecho de aquel que en un pasado le servía como el más cómodo de los colchones, y su querido compañero de sueño... Aquel que, si no lo pensaba con detenimiento y el suficiente raciocinio, jamás se hubiese dado cuenta de que se trataba de un vampiro más; uno al que estuvo expuesto todo el tiempo.

—Shu... —musitó Ryujin colocando su mano sobre la contraría.

—Cálmate... —musitó el rubio mencionado—. Quitaré mi mano, pero deberás dejarlo ir. Ignóralo y vuelve a casa...

—¿A.... Casa...? —musitó Ryujin con lagrimas en sus ojos, humedeciendo la mano que los cubría.

—A casa, con nosotros. —Kanato tomó de la mano al bicolor, acariciándola con delicadeza.

Ryujin no pudo evitar derramar lagrima tras lagrima como si de un pequeño infante se tratase. Pequeños sollozos escapaban de sus labios, aquellos que pronto se convertían en bajo berreos que enternecieron a los diez vampiros en las cercanías del bicolor... Pero también creó un silencio que dejó un espacio para ignorar la peligrosa presencia e intenciones del padre de la mayoría ahí presente.

A las espaldas de Shu, peligrosamente se acercaba Karl con aquella hermosa daga plateada en un intento de deshacerse de Ryujin. La daga apuntaba directamente al corazón del serafín, pero antes de que la punta atravesara su delicada y opalescente piel, cierto varon de verdosos mechones y montones de vendas le tomó del brazo, lo apartó de Shu y otorgó espalda como escudo para Ryujin.

—¡¡Asuza!! —gritaron los tres Mukami, mientras los Sakamaki obeservaban atonitos y cuidaban que Karl no se acercara nuevamente.

Azusa derramaba sangre, apretaba los dientes y abrazaba el cuerpo del pequeño rubio, negado a apartarse de él, negado a dejar de protegerlo de la persona que le suponía tanta admiración en el pasado. Karl quedó en blanco, apartándose para simplemente desaparecer. 

En ese momento un escalofrío recorrió el cuello de Ryujin, quien con el aire alcanzó a escuchar ''Nos vemos, mi hermosa creación~''... la voz de Karl que se desvanecía, petrificó la mitad de su ser e hizo enfurecer a la otra. Su cuerpo cedió ante el terror, pues cargaba con el cuerpo lastimado de Azusa... Quien cayó al suelo siendo sostenido por Ryujin.

—Pero... ¿Por qué? —musitó el pequeño bicolor.

—No... importa... Estás... Bien... —respondió Azusa con su característico tono débil, pero está vez más débil.

—¡Pero tú no!

Lagrimas seguían derramándose por los heterocromáticos orbes de Ryujin, quien poco a poco comenzaba a volver a la normalidad con aquel remolino de sentimientos.

Azusa sonrió con dulce debilidad mientras los mechones lacios de Ryujin volvían a enrollarse y sus redondos cuernitos volvían a hacer aparición junto con el color avellana de sus orbes, aquellos que demostraban una gran inocencia, aquellos que habían embelesado por completo a los diez miembros de las familias Sakamaki y Mukami.