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Libre

—¡ISA!

Grito la chica de rizos mientras miraba a su hermana en el suelo cubierto de flores marchitas, estaba realmente preocupada, ¿la predicción se había cumplido? Pero... La casa no se derrumbaba aún, no podía ser esa predicción

¿Mirabel? ¿Qué haces aquí?

Pregunto la mayor levantandose como podía y su pesadilla se había vuelto realidad, alguien de la familia se había dado cuenta

Isa realmente me asusté

Suspiro aliviada la menor mientras la ayudaba a levantarse, Isabela no podía aceptar ayuda, no quería que su familia se diera cuenta

—solo lárgate, no debiste verme en este estado, estoy bien

—¡no estas bien!, Isa estoy preocupada por ti

Dijo Mirabel cansada de la necia actitud de Isabela, la ayuda no era mala y ella estaba muy mal, la necesitaba más que nunca

—¿desde cuándo?

Pregunto irónica la mayor logrando ponerse de pie y se cruzaba de brazos

—desde siempre, pero nunca lo has visto, tal vez no nos llevemos bien desde hace tiempo pero... Eres mi hermana y te amo, por eso quiero ser una mejor hermana y no se, tal vez podemos solucionar todo con un abrazo, ¡uno fuerte!

Dijo la menor tomando la oportunidad para pedir un abrazo, una muestra de afecto que sería la cura para su hermana en peligro

¿un abrazo? Las flores se marchitan, lastime a Mariano por que mi poder esta fuera de control y tu pides un abrazo de la nada... ¿¡ENLOQUECISTE MUJER?!

Grito exasperada la chica de vestido lila mientras veía incrédula a su hermana menor, no podía creer la tontería que le estaba pidiendo

—pero-

Fue callada por una flor en su boca, la cual claro que no tardo en caerse por lo marchitada que estaba

—todo aquí era perfecto, la abuela estaba feliz, la familia estaba feliz, ¿te digo como ser una mejor hermana? Pídeme perdón, ¡por hacerme daño Mirabel!

Volvió a pedir en un tono prepotente hacia su hermanita, se sentía herida porque su hermana nunca había tenido que pasar por la presión  que ella si había pasado, no tenía que ser perfecta cada que respiraba

—vamos... Pidemelo ahora.

—yo... Siento mucho

Hablaba con dificultad la menor, no entendía porque debía pedir perdón a alguien que la había tratado terrible desde que no había tenido un don, su orgullo no la dejaba

—que tu vida sea tan fantástica

—fuera

Sentenció la mayor arrastrando a su hermana con ayuda de sus lianas

—¡bien! Te pido perdón, nunca quise arruinar nada, algunos tenemos problemas mayores presumida, ¡princesita egoísta!

Las flores también se marchitan [Isabela Madrigal]Where stories live. Discover now